Ángel Cabrera ha ganado una brillante edición del Masters de Augusta, en la que hemos vuelto a vibrar casi todos los días y fundamentalmente el domingo, que es de lo que se trata. (El sábado fue el día tonto: un amplio abanico de excelentes jugadores fue incapaz de meterse en la lucha y, además, rizando el rizo, a los rectores les faltaron reflejos para haber preparado un campo que propiciara aquella soñada avalancha de estrellas…). El Masters de la reconciliación con el buen juego, con los eagles y los birdies, con el espíritu de Bobby Jones…
El Pato, este hombretón de pegada descomunal y manos de seda, ha cantado victoria después de jugar dos hoyos de play off ante Chad Campbell (que cayó en el primero) y Kenny Perry. Todos ellos finalizaron en el hoyo 72 con -12…
Precisamente el año en el que los rectores del Augusta National habían planeado un moderado retorno a los orígenes (por primera vez en lustros el recorrido no creció y creció en metraje, e incluso se han introducido algunos nuevos tees para acortar determinados hoyos según el momento y las circunstancias), precisamente este año decíamos, resulta que gana un jugador que, a pesar de ser uno de los mayores pegadores del planeta, es en realidad un modelo del golf natural de antaño.
Un golf de sensaciones, de puro instinto, nada mecanizado: llego, miro, elijo palo y pego a la bola sin que el corsé de una rutina robotizada imponga siempre su ley. Cabrera masca chicle mientras juega, se fuma un cigarrito medio a escondidas entre golpe y golpe… Y no sabe inglés ni se le espera en la academia, cerca como anda de cumplir los cuarenta (lo hará en septiembre).
Dos grandes de la historia del golf respiran hoy tranquilos tras el triunfo del argentino. Uno, el más grande, es Jack Nicklaus, que todavía mantiene un margen de cuatro victorias en ‘majors’ sobre Tiger Woods (sí, sí, todos pensamos que antes o después ocurrirá, pero quizá no tan pronto como parecía…). Además, Jack sigue siendo el hombre que ganó un grande con más edad (cumplidos ya los 46 años), récord que hubiese caído hoy de haber ganado Perry (cerca de cumplir los 49).
El otro es Roberto de Vicenzo. Ya saben lo que ocurrió en el Masters de 1968… Hoy, el golf argentino y uno de sus grandes ‘profetas’ descansan al fin tranquilos, ya tienen su Masters a buen recaudo.
Cabrera se coló por la puerta de atrás en el último momento. Hoy no parecía su día: entre los hoyos 4 y 10 casi hizo el mismo número de bogeys que en las tres rondas anteriores… Pero nunca desesperó. Kenny Perry lo tuvo en su mano después de casi hacer hoyo en uno en el 16 con un tirazo de antología… Pero su swing de tiralíneas se descompuso por la ansiedad y acabó con bogey-bogey en el 17 y 18.
Incluso, en el primer hoyo de play off disputado en el 18, Ángel mandó su bola al bosque de la derecha, y desde allí buscó un golpe imposible que terminó rebotando en el tronco de un árbol para volver a calle. Estaba medio muerto, pero sus dos rivales, con la bola perfectamente situada, fallaron el tiro a green. Y el argentino, ahora sí, se las arregló para hacer approach y putt. En el segundo hoyo de desempate, Perry pegó un mal segundo golpe, perdiendo el green, y un tercero aún peor, con Cabrera situado a cinco metros de bandera y con dos putts para ganar.
