Kenny Perry (-11) y Ángel Cabrera (-11) lideran el Masters de Augusta después de una tercera jornada que ha clarificado mucho las cosas. Quizá demasiado…
No sería justo restarle mérito a los úlimos partidos (Ángel Cabrera, Chad Campbell, Kenny Perry…), pero no podemos ocultar cierta… ¿decepción? Más que decepción habría que hablar de desagradable sorpresa tras asistir a una jornada del movimiento muy pobre. Y no nos referimos sólo a la actuación de los dos españoles, que también: Sergio García (-1 tras entregar un 75) y Miguel Ángel Jiménez (+5 tras firmar un 78)…
Evidentemente, las ilusiones por un Masters español estaban ahí, sobre todo tras el 67 de Sergio el viernes. Jamás hemos ocultado en esta página la obsesión, casi ‘neurosis’, por los logros de la Armada española… Pero este comentario va mucho más allá. Realmente, cuando el Augusta National estaba en su punto de ebullición, el ambiente se ha enfriado de un modo terrible.
Era una legión de grandes nombres la que salía hoy con las pinturas de guerra y con la misión de apretar, de intimidar… Hubo esfuerzos meritorios, pero ni una sola excelente tarjeta viniendo desde atrás, salvo las de Jim Furyk (-8 tras -4 en el día) Y Steve Stricker (-7 tras -4 en el día), y por supuesto la de Ángel Cabrera (-11 tras -3 en el día), sin duda uno de los jugadores más completos del golf mundial cuando no aparecen nubarrones en su cabeza. Sólo tres entre los elegidos. Habría que citar otras tarjetas de jugadores que salían antes, con menos expectativas, a verlas venir: Poulter, O’Hair o Flesch (todos firmaron un 68).
Pero Ni Tiger (-4 tras -2 en el día), ni Mickelson (-4 tras -1 en el día), ni Villegas, ni Kim, ni Westwood, ni Vijay Singh, ni Harrington, ni Stenson, ni Ogilvy, ni McIlroy, ni Sergio… Ninguno ha bajado de 70. Raro, ¿no? No son jugadores cualquiera. Relean de nuevo la relación de nombres.
Una lectura de los acontecimientos que no debe descartarse: si nosotros fuéramos los rectores del Augusta National pensaríamos que algo ha salido mal en la preparación del campo para la tercera jornada. O bien la mayoría se ha puesto de acuerdo, o bien el campo ha premiado en líneas generales a quienes llevaban una estrategia de contención, y no de ataque (esto no va por Cabrera, que juega siempre igual, llueva, haga sol o truene…).
Otra lectura, menos ‘revolucionaria’: señores, esto es un grande y sólo unos pocos son los elegidos al final. Este año han tocado estos, y no hay más que hablar. Seguramente, como casi siempre, en el punto medio ande la verdad. Ni tanto, ni tan calvo.
En este punto conviene insistir en que lo escrito no resta un ápice de mérito a los jugadores que mejor están atacando el campo durante toda la semana, que mejor están entendiendo las banderas, el viento… No nos malinterpreten, por favor. Gloria y reverencias para Perry, Campbell, Cabrera y Stricker (hay que contar también con Sabbatini, Katayama y Hamilton, todos con -6).
Sergio ha fallado sobre todo desde el tee. Sólo ocho calles cogidas en el día. Porque con el putter no le ha ido nada mal, lo que ocurre es que embocaba en ocasiones putts delicados que eran para par, o incluso para bogey. Aún asi, ha tirado el arpón varias veces durante la vuelta a ver si pescaba, a ver si se enganchaba al Masters, al domingo… No vamos a echarle en cara, así pues, que haya bajado los brazos. No lo ha hecho. Mañana, en todo caso, es una jornada que no debe tirarse por la borda bajo ningún concepto. Hay mucho que pescar todavía. Un top-ten, por ejemplo, si sale la vuelta redonda.
Jiménez se ha estrellado dolorosamente en los segundos nueve hoyos. Concretamente, en los pares 3. El ‘Pischa’ iba a por bandera y se encontró con un doble bogey y un triple en el 12 y el 16. Fin del cuento. Comenzó igual que el jueves, y que el viernes… Con birdies. Pero no fue suficiente. El día se hizo muy largo, aunque Miguel nunca nos decepciona. No olvidemos, aún así, que el año pasado hizo la mejor ronda final…


