Por Pascual Jiménez, caddie de Miguel Ángel Jiménez en el Masters.
El campo no le ha regalado nada en todo el día. La gran virtud de Jiménez es que no comete errores graves en una vuelta. Lo peor que le puede pasar es un bogey. Y eso te da una confianza cuando estás con él increíble.
El punto de inflexión de la vuelta ha estado en el hoyo 15. Os cuento cómo ha sido la decisión antes de pegar el segundo golpe. La duda estaba entre la madera 3 y la 5. En principio, llegaba fácil con la 5 y Miguel lo ha visto muy claro. Es lógico. Ya sabéis todos que hace diabluras con ese palo. Sin embargo, después de dar el golpe se ha arrepentido. Claro, muchos de vosotros diréis, no se va a arrepentir si acabó en el agua. Pero no, no van por ahí los tiros.
Llegaba al green de sobra, sin tan siquiera apretar el palo. El problema es que le pegó un poco atrás y perdió esos cinco metros que después son decisivos para cruzar el arroyo. Entonces, ¿por qué se arrepintió? Pues porque ni siquiera pegando una madera 5 perfecta la habría podido dejar cerca, así que era una apuesta arriesgada para el poco premio que íbamos a obtener. Con esa posición de bandera no era el mejor palo posible.
Qué os voy a contar de lo que supone hacer de caddie a un gran amigo en un lugar como Augusta. Básicamente es una suerte. Estoy feliz. Eso sí, os insisto en que, aunque parezca mentira, como os dije ayer, ni gozas realmente ni tienes mucho tiempo para analizar la experiencia que estás viviendo. Sólo te centras en tu jugador y en no equivocarte. No te puedes relajar, ni hacer dos cosas a la vez. Al menos yo, no puedo.
Impresiona jugar al lado de Tiger Woods. Para mí es el auténtico Número 1 del mundo, por mucho que ahora no ocupe oficialmente ese lugar. Es fantástico lo bien que sabe llevarlo Miguel Ángel. Es difícil gastarle bromas a alguien com Tiger, tan distante y tan frío. Es complicado, incluso, acercarse a él. La gente le tiene respeto y miedo. Pero como Miguel es tan natural, han encajado muy bien. Tiger agradece encontrarse a alguien tan natural y con tanto sentido del humor.
Y sí, ya que preguntaís, Miguel volvió a invitar a Tiger a comer pescaíto en la Carihuela. Y Tiger se reía…
