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Ocho chaquetas verdes en fila y el primer gran rugido del Augusta National

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Martes de Masters. Como el lunes, a las ocho de la mañana en punto se abren las puertas del Augusta National al público…

Si usted ya lo ha oído y no lo ha visto, nosotros se lo podemos confirmar: miles y miles de aficionados entran cual horda pacífica y ordenada. Desde la sala de prensa, es un decir, casi puede escucharse el run-run de las cajas registradoras de las carpas de merchandising.

Trabajan desde el lunes a destajo. El verde-augusta nunca pasa de moda. Antes o después TODOS pasan (pasaremos) por allí.

Los jugadores, como es lógico, pueden llegar antes de las ocho. Pero sólo al filo de las 7,30 (13,30, hora peninsular española) es cuando hay luz suficiente como para salir a jugar. Y ya pueden adivinar quién estaba hoy sobre el tee del hoyo 1 poco antes de esa hora, aguardando a que el sol diera su permiso… Tiger, por supuesto.

Ayer lunes ya jugó nueve hoyos junto a su gran amigo Mark O’Meara. Hoy juega los otros nueve con Fred Couples y Sean O’Hair. Y mañana saldrá al campo con Webb Simpson, que se lo pidió expresamente cuando coincidieron en Doral.

Justo detrás del partido de Tiger Woods marcha esta mañana otro con un tal Phil Mickelson en sus filas. Siete chaquetas verdes entre ambos. Ocho si contamos con la de Couples. Imagínense entonces por donde va a moverse hoy el grueso de los aficionados, aunque en realidad luego se reparta por cada esquina y, sobre todo, por cada graderío.

Un último apunte en esta crónica de situación: al margen de la pasión y el bullicio que siguen a Woods, hay que reconocer que el primer gran rugido del Augusta National se produjo ayer de la mano de Martin Kaymer. El alemán ha sufrido lo indecible en este campo: ha disputado ya cuatro ediciones del Masters, las cuatro últimas, y nunca ha podido hasta la fecha pasar el corte.  Tan solo una vez bajó del par (71 golpes el jueves en 2009), aunque su registro más repetido es el de 76 golpes, y su media en las ocho rondas de competición que ha podido jugar es de 74,25.

Pues bien, quién sabe si este año todo cambiará… De momento, ya se lo está pasando mejor que nunca el gran jugador alemán. Expliquemos el porqué del citado rugido: Kaymer hizo ayer hoyo en uno en el atestado par 3 del hoyo 16. Y no es un hoyo en uno cualquiera… Si recuerdan, se trata de un par 3 en el que la bola sobrevuela durante toda su trayectoria un obstáculo de agua hasta llegar al green. Pues bien, es tradición que en las primeras rondas de práctica los jugadores brinden al público un espectáculo de bolas rasantes que, planeando y botando sobre el agua, llegan finalmente a su destino. Y en semejante tesitura embocaba Kaymer. ¿Buenos augurios? Quién sabe. Pero este año anda mucho más relajado que hace doce meses, cuando intentaba adecuar con urgencia su juego al campo.