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Un regate a la calamidad

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José María Olazábal (+3) ha salvado hoy los muebles en la primera jornada del Masters. Ni más ni menos. Su resultado no ha sido positivo, pero hay que reconocer que podía haber sido mucho peor y que al menos se ha librado de la calamidad…

«Al menos me he dejado alguna opción de jugar el fin de semana si mañana hago una buena vuelta, pero me voy ahora mismo a dar bolas porque he pegado fatal los hierros», explicaba al finalizar su vuelta.

Y es un resumen más que correcto. Porque el driver no le ha ido del todo mal, («no me puedo quejar, no le pongo ninguna pega al drive», decía), y desde luego ha llegado a hacer malabarismos en los greenes en momentos puntuales de la vuelta.

Los hierros han sido hoy un martirio para Chema. No encontraba las sensaciones ni las distancias y por momentos la jornada se iba haciendo larga y penosa.

Pero el instinto de supervivencia y su proverbial genio acudieron en su auxilio en un momento crítico. Sobre todo en el hoyo 14, cuando ya cargaba con un acumulado de cuatro arriba en el día y su segundo golpe le llevaba a una posición criminal en los alrededores del green. Háganse una idea: su aprochito fue literalmente el mejor que podía darse desde donde estaba y aún así la bola se quedaba a unos diez metros del hoyo. Pero embocaba ese putt y se marchaba con el par cuando aquello apestaba a doble bogey.

Después, en el 17, embocaba asimismo otro ‘puro’ desde unos once metros para firmar su único birdie. Y remataba un accidentado 18 (bola contra un árbol de salida…) con otro putt de par de vértigo, éste desde unos seis metros. Casi deambulaba todavía por el alambre cuando se dirigía a la caseta de entrega de tarjetas…

El campo se está jugando muy largo. Como quiera que los greenes andaban un poco más tiernos ( es un decir) por la lluvia, el Augusta National no ha tenido piedad, estirando al ciento por ciento todos los tees y colocando banderas inusualmente complicadas, según ha explicado el propio Olazábal.