Sergio García sube a la sexta plaza mundial, lugar que no ocupaba desde agosto de 2009, y llega al Masters exultante
En 2012 anduvo más allá del puesto vigésimo del mundo; le sirvió 2013 para ascender poco a poco y colarse en el top 20, y en tres meses de 2014 ya está sexto del planeta.
La escalada paciente de Sergio García ha tenido como últimas víctimas a Rory McIlroy y Justin Rose, adelantados por el español tras su tercer puesto en Houston. Sólo Henrik Stenson, tercero, puede presumir de estar por encima del castellonense como mejor europeo.
Del Masters del año pasado salió Sergio en la plaza decimotercera, pero perdió comba y llegó a la vigésima. No se desesperó y echó a andar camino de la cumbre. El triunfo en Tailandia a finales de curso lo elevó al duodécimo puesto. Tras Abu Dhabi, ya en 2014, ganó un sitio y, en el vergel que para el español fue la Gira del Desierto, la victoria en Qatar lo aupó al top 10 (noveno).
Al Shell llegó octavo clasificado en el ranking mundial con el punto de mira fijado en McIlroy, séptimo, y Rose, sexto. Rebasó a ambos y aparece en Augusta como el sexto jugador de la lista, una posición que no lucía desde agosto de 2009, y uno de los favoritos, pese a que en 15 comparecencias su mejor resultado haya sido cuarto (2004) y después dos octavos (2002 y 2013).
No hay que perderlo de vista porque le va tan bien la vida personal que el juego lo agradece. Con Katharina Boehm, su novia, ha encontrado una estabilidad emocional que tiene reflejo en el campo. «Cuando las cosas fuera del golf están en buenas condiciones, es un poco más fácil concentrarte si no tienes demasiados asuntos en la cabeza», ha dicho recientemente García, a quien la sonrisa delata: está radiante. Y la chaqueta verde le debe quedar como un guante…
