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Qué decir de Bubba… y de lo que piensan sus colegas de él

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Adam Scott, Rory McIlroy, Phil Mickelson son solo algunos de tantos que dan a Bubba Watson como claro favorito. Y el vigente campeón del Masters le tira un dardo entre risas al australiano: «como ha vuelto a coger el putt largo no quiere a la prensa encima y dice esas cosas».

Mientras tanto, ha creado cierto revuelo una encuesta publicada por la ESPN en la que el norteamericano no salía muy bien parado entre alguno de sus compañeros, que, de forma anónima, aseguraban que no defenderían al de Florida en una pelea. Bien, el zurdo lo ha tomado con deportividad, pero habría que preguntarse qué hay de verdad en esa supuesta mala sintonía con sus compañeros.

Y sí, hay algo de verdad. O mucho. Bubba, según entiende buena parte del mundillo del golf, no es precisamente un hombre amable.

Yo mismo asistí a un hecho extraño en Pinehurst, hace casi un año. Watson dejó literalmente tirado a todo un graderío de unas doscientas personas en el tee del hoyo 10, justo cuando iniciaba su ronda de prácticas. Le pedían un gesto de complicidad, un saludo, una sonrisa, y se encontraron una gélida mirada de soslayo que, incluso, recibió de vuelta algún tímido abucheo. Evidentemente Bubba pensó que era momento de trabajar, que él estaba trabajando y que no quería distracciones. No le faltaba algo de razón de un modo literal: el campo de golf es su oficina. Pero todo tiene su momento y en una ronda de prácticas de un US Open ese instante era el de festejar con toda esa gente. Quizá no sea arisco, sólo inoportuno…

Se merece que nosotros le juzguemos como golfista, fundamentalmente, y en este punto no hay duda. Es un genio. Puede que cierto toque de altivez ayude al deportista de élite. Hay casos para dar y tomar que confirmarían esta teoría, comenzando por Cristiano. Tan genial es Watson que Arnold Palmer llegó a compararlo con Severiano. Puede ser. Pero Bubba no tiene el mismo carisma. Eso no se compra. Ni se entrena.