Algo que Jordan Spieth ha dicho, entre otras muchas cosas, al finalizar la primera ronda con un 64 en el Augusta National: «creo que no tuve un gran control con el driver, me gustaría pegar mejor«.
¿Exagera para hacerse el interesante? Por supuesto que no. Está convencido de lo que dice. Cogió casi el ochenta por ciento de las calles, pero se marchaba con la bendita idea de no haber tenido un buen día desde el tee.
Ampliemos la respuesta del joven norteamericano. Le preguntaban directamente si había jugado alguna vez mejor en su carrera. La respuesta: «creo que no, esta debe ser una de las mejores rondas que he jugado«. A continuación añadía el ‘pero’: «creo que no tuve un gran control con el drive. Necesitaré más control desde el tee si quiero mantener el liderato».
A los toreros les pasa lo mismo. Siempre está por venir la faena soñada.
A los amateurs de golf más torpes también nos pasa que, cuando jugamos decentemente, todavía le sacamos punta a ese putt de nueve metros que pudo entrar y no entró.
Somos todos unos ilusos. Spieth, los toreros, usted y yo.
