Rafa Cabrera Bello llegaba al campo de prácticas del Augusta National poco después de las ocho de la mañana. Temprano. Hay que aprovechar el día. Mucho por ver, mucho por conocer, mucho por anotar. Muchas sensaciones también que hay que ir digiriendo. Y cuanto antes mejor. Es su primer Masters de Augusta y todo es nuevo, todo cuenta.
Lo acompaña su fiel escudero en los últimos tiempos, David Leadbetter, algo más que su entrenador, su confidente y un buen amigo. Siempre lo fue de la familia y ahora la relación se ha estrechado. Sin duda, una buena mano de la que entrar por primera vez en el Masters. Leadbetter sí que las ha visto de todos los colores. Pocos secretos esconde el Augusta National que no sepa el veterano gurú norteamericano.
Rafa está calentando antes de salir a jugar, pero es algo más que una sesión para estirar músculos. Aprovechan para comentar cosas, para pulir, siempre se puede mejorar. El canario llega en un momento de forma excelente, pero ya saben que en esto del golf nunca puede bajar los brazos. Los aficionados se empiezan a saber su nombre. Con dificultad, pero lo pronuncian. Su swing también llama la atención. «What a swing!», comenta un veterano seguidor con la gorra agujereada por pins históricos del Masters. «This es a real draw!», dice otro después de un golpe de Rafa bajo la atenta mirada de Leadbetter.
La sesión de trabajo en el campo de prácticas dura algo más de una hora. Antes de las diez de la mañana, hora local, sale al campo junto al canadiense, Mike Weir. Sí, cierto, el canadiense no atraviesa por su mejor momento, pero no está mal darse una vuelta de 18 hoyos por Augusta National con un señor que tiene en su armario una Chaqueta Verde, la que ganó en 2003.
