Jon Rahm se encuentra cómodo en Augusta. Le entra por el ojo. Hay que pegar fuerte desde el tee y ser creativo alrededor de green. Su juego se adapta bien. Apenas ha jugado dos años y ya tiene golpes para recordar y momentos frustrantes, aunque por ahora ganan por goleada los primeros.
Nadie le quita ya esa tercera vuelta del año pasado, un 65 fabuloso que recuerda con un sonrisa de oreja a oreja, incluidos los dos eagles en el 2 y en el 8, éste metiéndola desde fuera. O el birdie del 14, que le metía en la pelea por la victoria…
En todo caso, el golfista de Barrika se ha traído deberes este año. Tiene dos cuentas pendientes que resolver con Augusta. Con la primera se enfrentará muy pronto, el mismo jueves, el primer día del torneo. Son los inicios. Tanto en 2017 como en 2018 le costó arrancar. 73 y 75 golpes. Se dejó más terreno del deseado en los primeros 18 hoyos y después tuvo que ir a remolque.
La segunda cuenta pendiente tiene que ver con el agua. “Es posible que mucha gente no se acuerde o no lo sepa, pero el año pasado tiré cuatro bolas al agua y allí me dejé mucho. Tengo que conseguir mantener la pelota en tierra firme, sobre todo en los segundo nueve”, confiesa.
Aquí os dejamos la declaraciones completas del golfista de Barrika este martes, en una jornada de prácticas marcada por las tormentas eléctricas que han obligado a sacar a los jugadores y al público del campo a primera hora de la mañana.
