Inicio Masters de Augusta Masters de Augusta 2020 Y el liderato, si eso, lo deja para mañana…
Jon Rahm, un prodigio de fiabilidad en su segunda ronda en Augusta National

Y el liderato, si eso, lo deja para mañana…

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Jon Rahm durante la segunda jornada del Masters de Augusta 2020. © The Masters
Jon Rahm durante la segunda jornada del Masters de Augusta 2020. © The Masters

A las diecisiete horas y veintinueve minutos (horario de Georgia) caía la tarde sobre el Augusta National mientras Jon Rahm (-8) abrochaba la última pequeña gran obra de arte de la jornada, un aprochito desde 45 metros a la bandera del hoyo 13 para dejarse una opción de birdie de algo más de un metro. Y no era una opción cualquiera, puesto que de haberla convertido se habría encaramado al coliderato del Masters, igualando ahí arriba con Abraham Ancer, Cameron Smith, Dustin Johnson y Justin Thomas, todos ellos con la segunda vuelta finiquitada y la tarjeta a buen resguardo. No es que verse ahí arriba resulte trascendente a estas alturas del torneo, pero a nadie le amarga un dulce.

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Sin embargo, el de Barrika, con muy buen criterio, prefería marcar su bola (ya había sonado el bocinazo que anunciaba la suspensión por falta de luz) y esperar al sábado. Tiempo habrá, debió pensar el Número 2 del mundo, de unirme en la cabeza de la tabla al Número Uno y al Número 3. ¿Por qué precipitarse si mañana puede prepararse con más tranquilidad y examinar  la caída del putt con más y mejor luz, además de tocar la bola sobre un green impoluto, sin las típicas imperfecciones vespertinas?

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La pena, de todos modos, es que Jon no pudiera de verdad terminar ese hoyo y todos los demás, hasta el 18. Porque venía jugando muy fino, muy sereno, muy seguro y con una rotunda capacidad resolutiva en los momentos delicados, que es lo único que había echado de menos el jueves. Así, resolvía con excelentes recuperaciones en los hoyos 7 y 10, una desde la arena, otra desde el rough en una posición muy comprometida. Y también salvaba un gran par en el hoyo 3 enchufando un putt de casi dos metros. Al margen de estos tres momentos, que antes o después surgen casi en cada vuelta, mucho más en un ‘major’ y en el Augusta National (incluso en éste, más amable), el resto de su ronda incompleta ha sido un prodigio de fiabilidad, oportunismo (gran putt de birdie en el 4 desde ocho metros, su primer purazo de la semana…), inteligencia, sentido de la estrategia, temple con los segundos tiros. A su lado, DeChambeau sufría de nuevo (todavía no tiene asegurado ni siquiera el corte con un acumulado de +1, aunque en ese hoyo 13 tiene un putt de eagle), y por detrás venía Tiger, que  tampoco terminaba de encontrar el ritmo del jueves, ese que te mata suavemente con su canción.

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Y el caso es que todavía queda la sensación de que ni siquiera hemos llegado a ver todavía la mejor versión de Jon. Se ha quedado cerca, es cierto, y tampoco se trata de ponerse demasiado estupendos, pero es verdad que aún podría manejarse mejor con el drive en la mano, uno de sus puntos fuertes, puesto que en realidad fallaba las tres salidas de los tres pares 5 que le daba tiempo a jugar. Tampoco es que se metiera en grandes problemas (aunque no anduvo muy lejos en el 13), pero siempre es mejor pegar desde hierba segada al ras.

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Perfecto: aún tiene guardada una marcha más. Seguro que le viene de perlas durante el fin de semana, porque además el coloso de Georgia se va a ir poniendo más duro. Lo está haciendo poco a poco y lo normal es que el domingo veamos un campo más parecido a lo que acostumbra en abril. No idéntico, pero algo más parecido.

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Jon camina por el Augusta National imperturbable y paciente. Muy metido en lo suyo y en franca y natural complicidad con Adam, su caddie. Cuando toca celebrar, se celebra con serenidad. Ya llegará la hora de mirar al suelo, tensar el cuello y sacar el puño. Todo a su tiempo.

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