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Con la venia, Mr. Watson

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Gonzalo Fernández Castaño se para en seco cuando va a salir de la casa club. «Pase usted, los campeones siempre primero», dice. Quien está a punto de entrar es un tal Tom Watson que le dedica la más amplia de sus sonrisas y le estrecha la mano en el umbral.

Sí, no hay duda. Estamos en el Open Championship. Estamos en Turnberry, donde Watson no es uno más. Ni mucho menos. Protagonizó aquel mítico duelo al sol en 1977 que acabó ganando a Nicklaus. Aquel ‘sólo’ fue el segundo de sus cinco triunfos en el Open…

Hemos llegado al Ailsa Course y nos recibe un cielo absolutamente encapotado, gris oscuro, amenazante. Llueve a ratos, nunca muy fuerte, pero lo suficiente para que la lana se empape. Dicen que será así toda la semana. Veremos porque el tiempo en Escocia cambia cada 3,6 segundos.

Miguel Ángel Jiménez y Pablo Larrazábal han jugado su primera vuelta de prácticas. Han tenido tiempo de comprobar que esto no va a ser coser y cantar. El tiempo está lluvioso y hace viento, a ráfagas. El gran enemigo. «Igual te sale un día de sol estupendo y se ven vueltas bajas, pero yo creo que aquí no se va a ganar con un resultado bajo», asegura Fernández Castaño, Castano para el mundo British.

Las calles son estrechas y conviene jugar por ellas. El rough impresiona más que en cualquier otro torneo. ¿Será por su color amarillento? ¿Será porque no deja ver los tobillos? Será, será…

Hemos mantenido una entrevista con Gonzalo Fernández Castaño en los vestuarios de Turnberry. En el corazón del torneo. Mañana daremos buena cuenta de ella. Una primera pincelada sobre Turnberry. Gonzalo no ha jugado todavía, pero ha andado los primeros nueve hoyos jugando con los argentinos.

«El campo está en unas condiciones extraordinarias. Lo han cerrado una temporada y está fantástico. Hay que evitar los búnkers. Siempre se dice en los British, pero yo creo que en este campo de manera especial. Hay hoyos muy espectaculares como las salidas del 9 y del 10, pegadas al famoso faro de Turnberry. Los greenes no están demasiado rápidos, ni muy duros… Imagino que tampoco quieren pasarse porque como sople como hoy…». Este es el primer diagnóstico a bote pronto del Ailsa Course.

El vestuario desprende golf por los poros de cada taquilla. Peter Hedblom felicita a Gonzalo por su actuación en Loch Lomond. El caddie del sueco bromea con los segundos puestos. «Deja, deja, dámelos a mi», sonríe Hedblom. Aparece Justin Rose, altísimo, espigado, más británico que el propio Turnberry.

Mientras, el agente de Ángel Cabrera encuentra por fin las llaves de la casa donde se quedará esta semana el argentino…