El próximo domingo 16 de agosto se cumplen exactamente diez años de una de los ‘sprints’ más famosos y fotografiados de la historia del golf. Arrancó tras el tronco de un árbol a la derecha de la calle del hoyo 16 de Medinah, un par 4 de casi 400 metros…
Fueron 14 zancadas, un salto y unos diez pasos más en subida. Era Sergio García. Tenía 19 años y muchas prisas por ver dónde había terminado ese golpe imposible. La bola reposaba en el green. Acababa de dar el golpe del año en la última ronda del PGA Championship de 1999 y en plena pelea por el título con Tiger.
No consiguió el triunfo, se quedó a un golpe de Woods. Pero sí logró la admiración del mundo del golf. Nacía ‘el niño’. En Estados Unidos ya nadie olvidaría ese nombre. Un mes después debutaría en la Ryder Cup de Brookline, Boston.
En noviembre de aquel año recibió el galardón al mejor golpe de la temporada. Estaba a unos 170 metros y pegó un hierro 6 con la «cara del palo lo más abierta que pude», recordaba Sergio entonces. Fue un golpe increíble. «Ha sido la mejor semana de mi vida. Nunca me había divertido tanto», aseguraba García después del torneo.
El destino ha querido que el próximo domingo se cumpla un aniversario tan señalado. Sergio, permitan la metáfora, sigue corriendo a la caza de ese primer Grande. Es uno de los jugadores que más lo ha buscado en la última década y que más cerca ha estado. Así lo dicen los números: 15 top tens en Grandes, nueves veces entre los cinco mejores y tres segundos puestos, uno de ellos tras un desempate.
En Estados Unidos, uno de los expertos del PGA Tour, Brian Wacker afirmaba esta semana que Sergio García es el mejor jugador del mundo que aún no tiene un Grande en el salón de su casa. El de Borriol aseguraba en el pasado British que él bien poco puede hacer contra esa etiqueta, «lo único es intentar quitármela lo antes posible».
¿Será en este PGA cuando García llegue a la meta?
Recuerden el golpazo de Sergio García en Medinah
