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Sobre Tiger, Sergio y Quirós

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1. Tiger anunciaba cuando reapareció en febrero, entre otras cosas, que su juego corto estaba fino, porque es lo que más había podido entrenar, incluso cuando todavía no podía pegar fuerte a la bola con maderas y hierros.

2. Sin embargo, y aunque ha ido ensamblando piezas de todas las parcelas del juego, estamos convencidos de que la desconfianza que le alejó de las victorias en las grandes citas hasta este mes de agosto se generó en los greenes. Son los misterios del golf. Parece que incluso a Woods le ha costado lo suyo asimilarlo…

Comenzó a fallar demasiados putts de dos, tres, cuatro metros… (demasiados, por supuesto, para lo que en él ha sido habitual durante toda su carrera). Incluso alguno más corto: en el Open USA perdió sus opciones en los greenes con algunos putts bastante cortos. Tampoco en Augusta el putter le sacó de muchos problemas. Y en el British, más de lo mismo, porque además en Turnberry lo necesitaba como el comer, pateando para salvar el par más veces de lo habitual.

3. Esa estadística demoledora de putts convertidos estas dos últimas semanas desde esas distancias (ha fallado muy poquitos…), nos ha devuelto al gran Woods. También, es cierto, una notable mejora con los hierros de calle. Pero creemos firmemente que la gran diferencia entre el aquel ‘buen’ Tiger (su enorme capacidad le dio para ganar tres torneos…) y éste absolutamente incontestable, está en esos dos, tres metros…

4. El hoyo 18 de Sergio García, el del doble bogey que le dejó ayer fuera del corte, es un reflejo exagerado (o caricatura) del estado de su juego: si algo puede ir mal, irá peor… Esa salida a bunker de calle y la bola que se queda mal puesta, cerca del talud de salida, ese segundo tiro al rough; ese tercero a centro de green con la bola corriendo suelta hasta quedarse en una posición espantosa… ¿Mala suerte? No sería honesto explicarlo todo desde la mala suerte. Llegados a este punto, al jugador sólo le queda la fe que pueda tener en sí mismo: soy muy bueno (y Sergio lo es), pero que muy bueno, y tengo que buscar el modo, con la cabeza fría, de volverlo a demostrar. ¿Más trabajo todavía? ¿Algún cambio? Eso sólo lo sabe él.

5. Uno miraba jugar ayer a Álvaro Quirós y se decía: cuando mejore el juego corto, cuando se serene, cuando aproveche mejor las oportunidades de birdie… Pero resulta que este chico ya ha ganado tres torneos. Y lo hizo enseñando un más que aseado juego corto, un putt certero y una serenidad llana y fresca, además de las virtudes que ya todo el mundo le reconoce (su gran pegada). Que en Estados Unidos lo estén descubriendo no significa que nosotros no sepamos de lo que es capaz. ¿Más regularidad? Por supuesto. Esa es la diferencia entre un campeón y un extraordinario campeón.