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Últimos 18 hoyos en Turnberry

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Les invitamos a un último, virtual y hasta filosófico recorrido por el Ailsa course de Turnberry a modo de crónica final:

Hoyo 1. Stewart Cink entra en el ‘club Lawrie’, fundado en 1999: el de los ganadores de un British cuya edición será recordada con otro nombre. En este caso el de Tom Watson…

Hoyo 2. El putt de dos metros que tuvo Watson en el hoyo 72 para ganar, en su ejecución y desenlace, ha sido la más fidedigna expresión de la crudeza de la vida, en lo que se refiere a la práctica deportiva (por supuesto, no vayamos a perder el norte). Perra vida, en todo caso, que se ha reído de todos, no sólo de Watson.

 

Hoyo 3. El desarrollo del desempate a cuatro hoyos resultó un drama. Pues eso, la perra vida. Watson, herido de muerte y vacío. Sus brazos no respondían y el equlibrio mental y emocional estaba hecho trizas. No olvidaremos fácilmente el rostro sereno pero turbado del veterano campeón, curtido por el sol como el lomo de un elefante, y del que la realización televisiva mostraba numerosos y generosos primeros planos.

Hoyo 4. Dicho esto, y aunque Cink no haya sido nunca un jugador con tirón mediático, gloria y honra para este gigantón norteamericano, magnífico pegador y enorme pateador de media y larga distancia, que ha ganado su primer ‘major’ del modo más letal: yendo por delante y dejando en casa club un resultado sólido. Que arreen ahora los demás…

Hoyo 5. La lección de Watson de jueves a domingo le quita mucha tontería a este deporte: que si la gorrita a juego, que si los pantaloncitos, que si el cacao para los labios… Lo dignifica. Y subrraya su carácter único. Permitan una aseveración rotunda y, quizá, hiriente: quienes interpreten su hazaña como un paso atrás, como un inútil frenazo o pérdida de tiempo, o bien no han entendido todavía este deporte, o bien andan instalados en la idiotez-global-fashion-somos-unos-borregos.

Hoyo 6. Lee Westwood tiró un putt pefecto de eagle en el hoyo 17 para ponerse -3. La bola se quedó colgando del hoyo. Una brizna más o una menos, llegados a ese punto, te quita o te da la jarra de clarete. Para volverse loco, si uno le da vueltas. Porque de entrar ya nada hubiera sido lo mismo, ni siquiera, probablemente, habría jugado tan mal el hoyo 18…

Hoyo 7. ¿Se han fijado cómo le pegaba a la bola Matteo Manassero, el joven italiano de 16 años que ha finalizado decimotercero? Nos referimos a su rutina de golpeo: llegar, ver y atizar. Será porque no hay parné en juego, pero habrá que reconocer que en ocasiones los profesionales, y no digamos los aficionados de fin de semana, se complican la vida de una manera…

Hoyo 8. Padraig Harrington trató de burlar a sus rivales como hacen los ciclistas que van reventados subiendo un puerto de primera, y se ponen la llamada ‘careta de sueco’ para no exteriorizar el sufrimiento. Lo hizo los dos primeros días recuperando alrededor de green de forma prodigiosa. Pero antes o después, visitando tanto el rough, tenía que estallar su tarjeta.

Hoyo 9. Los links son la esencia. De una belleza ancestral. Áspera y sincera. No se cansa uno de verlos. El Ailsa course de Turnberry es ya, modificaciones incluidas, un campazo para torneos de este nivel.

Hoyo 10. Tiger Woods se ha llevado un palo tremendo en esta 138º edición del British. Pero tremendo. Ni por asomo entraba en sus planes un descalabro semejante, fuera del corte y, por momentos, noqueado y maniatado por el rough. Pero no es de los que se lamen las heridas. Su respuesta, a buen seguro, será dura, rápida y contundente. Si no es así… Si no es así ya hablaremos y escribiremos largo y tendido al respecto.

Hoyo 11. Miguel Ángel Jiménez ha vuelto a rondar un ‘major’. Parecía llevar en la frente pegado un cartelito que dijera «ahora o nunca, ahora o nunca». El British es su cita. Los campos, los links, son los que mejor se adecúan a su perfil y a sus recursos. Por eso pensamos que volveremos a verlo ahí, rondando… Más veces. Un buen puñado más.

Hoyo 12. La primera vuelta de Miguel el jueves fue una auténtica obra de arte. 64 golpes, a uno sólo del récord absoluto, 63, como resultado en una ronda de ‘major’. Ni un bogey. De acuerdo, no soplaba el viento, pero el malagueño fue aquel día un tornado de inspiración. Ese tono pelirrojo, esos zapatos a la vieja usanza (aunque sean italianos), ese aprochito rodado de 40 metros enchufado en el hoyo 5 el sábado… ¿Seguro que es de Churriana? ¿Seguro que no de ascendencia escocesa?

Hoyo 13. A Sergio García no le queda más que seguir intentándolo. Una y otra vez. Tomando notas, haciendo callo. No hay otra. Es evidente que en estos torneos le pesa mucho la responsabilidad, pero debe hacerse a la idea de que eso es lo que le va a tocar hasta que se retire. Porque si alguna vez gana un grande, el mundo no se va a parar. Seguirá siendo Sergio García y seguirá teniendo que salir a ganar cada ‘major’ que juegue. No debiera ser ninguna losa, sino más bien un reto apasionante.

Hoyo 14. El hecho de sentir que alguien tiene que salir a ganar un ‘major’ define a los más grandes. Ocurre así por algo, no es casualidad (que se lo pregunten a Colin Montgomerie). Y ocurre, curiosamente, aunque ese alguien no haya ganado nunca ninguno (lo dicho: que se lo pregunten a Monty). ¿Ustedes creen que Zach Johnson, siendo un gran jugador y ganador de un Masters, siente esa presión?

Hoyo 15. Gonzalo Fernández Castaño está ya en la órbita adecuada. La superior. La de la consistencia. Ahora hay que limpiar, sacar brillo, remachar, pulir…

Hoyo 16. El madrileño ya tiene una ventana a la que asomarse para admirar su juego: el excelso sábado de Loch Lomond. Y otra más donde admirar su actitud: el tortuoso sábado de Turnberry, cuando salvó con un 73 una jornada que apuntaba sin discusión al 80.

Hoyo 17. Pablo Larrazábal no está soñando. Ha llegado a jugar los torneos que ha jugado, dos British incluidos, porque la pega duro, porque se lo cree y porque patea de cine. Además demuestra una clara predisposición al trabajo. A mejorar.

Hoyo 18. Álvaro Quirós volverá en agosto a Estados Unidos para jugar el Bridgestone y el PGA, cuarto grande, después de haber sufrido algunos revolcones. El parón sólo puede ayudarle. Le han pasado cosas muy buenas en los últimos tiempos, también en el Open USA y en el British… Pero hay que sentarse, buscarlas y apuntarlas.