Las declaraciones de Jason Dufner después de ganar el PGA Championship confirman que nos encontramos ante un excelente competidor y una persona con la cabeza bien amueblada.
Con personalidad. El icono-Dufner tiene más proyección y profundidad que el mero rostro de un triunfador bonachón. Este año, curiosamente, no estaba jugando demasiado bien, pero él sabía que en los ‘majors’ podría tener alguna oportunidad.
«Este año ha sido duro hasta este momento, pero yo sabía que podía competir en los Grandes, porque si uno se fija en estos torneos el resultado ganador nunca es muy bajo. Y yo sé que poniendo la bola en juego, que es lo que mejor hago, puedo competir. Así que sí, a pesar del año que llevaba, sentía al venir a Oak Hill que podría competir esta semana».
La jornada decisiva y las claves. «Ha sido un duro test para mí. Furyk es un gran campeón que había estado en esta situación muchas veces antes. Así que ha sido duro. Pero ahora mi nombre estará en este Trofeo para siempre y eso ya nadie me lo puede quitar. Sabía que esta semana tenía que ser un gran ‘ball-striking’, coger muchas calles. Que esa era la clave. Porque cuando cojo muchas calles suelo coger toneladas de greenes. Esa es la diferencia. Hoy, además, también he recuperado muy bien cuando no estaba en green. Fue muy importante para mí el putt de par del hoyo 1 de casi un metro, porque ahí estaba algo nervioso. Después sólo fallé una recuperación y fue en el 18».
La lección que aprendió hace dos años en Atlanta. «Por un lado tenía la idea de ser muy paciente. Pero por otro lado he sido también agresivo. Cuando me vi con dos golpes de ventaja en la mitad de la vuelta pensé en que lo mejor era seguir buscando algunos birdies y marcar más diferencia con el resto de jugadores. Creo que algunas veces, si eres demasiado cuidadoso, acabas cometiendo errores. Esta fue otra clave. El momento más decisivo de la vuelta fue la recuperación que hice en el hoyo 15, en una bandera muy complicada y el inmediato birdie en el hoyo 16. Después vienen dos hoyos muy duros, el 17 y el 18, y eso me dio confianza y seguridad para llegar hasta el final».
Aquella dura resaca tras el 63 del viernes. «El sábado fue muy complicado para mí. Venía de hacer el récord del campo y de igualar el mejor registro en un major. Y sufrí mucho, llegué a temblar. Por alguna razón, cuando has conseguido hacer un resultado muy bajo, después se hace duro regresar. Por eso mi objetivo el sábado era terminar cerca de la cabeza. Si lo conseguía, sabía que ello me daría mucha confianza para el domingo».
Jason aprende observando a otros deportistas. «Veo mucho deporte por televisión y en directo. Y una de las razones es para comprobar cómo los grandes jugadores manejan la presión. Un ejemplo es Lebron James. Él sufrió para ganar, pero siempre los ves con confianza, ganen o pierdan. Trato de aprender de ellos, de cómo manejan la adversidad y sí, creo que puede ayudarte mucho fijarte en ellos».
El abrazo con Keegan Bradley, gran amigo suyo y también su verdugo hace dos años. «Keegan me ha abrazado y me ha dicho: «estoy orgulloso de tí». Y yo sólo he podido responderle: «significa mucho para mí que estés aquí».
Una nueva vida, pero no un nuevo Dufner. «Esta victoria definitivamente va a cambiar mi vida. Pero yo ya he decidido firmemente que no me va a cambiar a mí. Esto me abre algunas puertas, otras posiblidades, muchos torneos y ajetreo. Tengo un gran equipo a mi alrededor, desde mis agentes a mi caddie y mi mujer, mi entrenador, y entre todos haremos que todo esto no me cambie a mí. Cambiarán algunas cosas alrededor, pero estoy decidido a que este triunfo no me cambie a mí».
¿Le motivaba el hecho de que Tiger y Mickelson concentraran toda la atención esta semana? «Tiger y Mickelson concentran toda la atención cada semana. Ellos han ganado muchos majors entre los dos, muchos torneos. Son el Número 1 y 2 del mundo. Es normal que la atención recaiga sobre ellos. Pero yo no suelo motivarme con situaciones así, externas. Me motivo yo sólo y me motivan los que me rodean. No me pongo celoso por el hecho de que ellos concentren toda la atención, ni me hace sentir mal que todo el mundo se fije en ellos. Es normal que ocurra. Simplemente yo sé que he hecho cosas muy buenas ahí en el campo e intento motivarme con esas cosas. Y mi mujer también me motiva constantemente para jugar bien».
Fue la anécdota de la noche en Oak Hill. Un periodista toma la palabra en la rueda de prensa de Dufner. Se está hablando de la gloria, de la presión de ganar, de los golpes decisivos de la jornada y, justo en ese instante, sale a relucir el espléndido sentido del humor del flamante campeón del PGA. El periodista comienza a formular la pregunta, pero Dufner no puede verlo en una sala de prensa abarrotada. Micrófono en mano, se sitúa, «aquí atrás, al fondo, a la derecha…». Finalmente, lo ve: «ah, ok, no te veía, y mira que es difícil no verte con la camiseta que llevas puesta, muy bonita por cierto». El periodista, educado, recoge el elogio y lo agradece. Acto seguido, comentario de Dufner: «al menos, espero que te haya salido gratis». Carcajada general en la sala. Así es Dufner.