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El final más extraño de la historia

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McIlroy agradeció a Mickelson y Fowler el gesto de dejarle pegar en el hoyo 18 en una escena más propia del cine de Hollywood

Rory McIlroy recoge raudo y veloz la bola de la cazuela del hoyo 17, casi sin celebrar un birdie que le metía medio PGA Championship en el bolsillo. Tiene prisa.
La noche se echa encima en Valhalla y quiere terminar como sea. Aprieta el paso hacia el tee del hoyo 18, pero allí se encuentra con Phil Mickelson y Rickie Fowler que aún no han podido pegar su tiro de salida.

McIlroy no lo duda ni un instante, como si estuviera jugando en su club y tuviera mesa reservada en un restaurante, le pide a ‘los de delante’ si se puede unir al partido y acabar los cuatro juntos el hoyo 18. La situación es única y se vive un momento tenso. No tanto porque a Mickelson y Fowler no les haga gracia el asunto como por lo extraño del escenario. Consultan con los árbitros que iban en ambos partidos y finalmente deciden dar paso a McIlroy y Wiesberger mientras se apartan a un lado de la calle. No llegan a jugar juntos nunca, pero sí pegan sus dos primeros tiros en el hoyo 18 con Fowler y Mickelson apartados a un lado.

La escena parecía irreal, de película: un major en juego, el último hoyo, de noche, con algún rayo asomando en el horizonte porque se avecinaba una tormenta eléctrica y dos que se están jugando el título esperando a que los de detrás peguen su golpe. Raro, raro.

Dan Jenkins, periodista y escritor norteamericano con más de 200 majors a sus espaldas durante sesenta años de profesión, confesaba en las redes sociales: “jamás vi una cosa igual, un foursome en el último partido de un grande… Y ya he visto unos cuantos majors”.

El momento fue extraño, pero todos los protagonistas se lo tomaron con naturalidad y deportividad. Ninguna salida de tono. Fowler reconoció su sorpresa. “Se hacía de noche y la sirena podía sonar, así que nos pareció muy bien que pegaran desde el tee, tenían que intentar acabar. Lo que no esperábamos es el segundo tiro mientras nosotros aguardábamos, pero bueno, así fue y no hay más que hablar, no creo que haya cambiado nada el resultado”, señaló.

Mickelson repitió el mismo discurso. “Igual no es la mejor manera de acabar un grande, pero no quedaba otra. Es lógico que quisieran acabar y a nosotros no nos costaba nada echarnos a un lado. No tenía mucho sentido que tuviera que volver al día siguiente para acabar el torneo”, explicó.

McIlroy agradeció el gesto de corazón y por triplicado: en la firma de tarjetas, en el discurso recibiendo el trofeo Wanamaker y ante los medios. “Yo propuse jugar los cuatro juntos el 18, aunque no sabía si iban a querer o no. Nos dejaron pegar el dirve y después el segundo golpe. El único objetivo era acabar y no tener que volver al día siguiente. No tenían por qué hacerlo, pero tanto Phil como Rickie demostraron una clase enorme y una gran deportividad. Les estoy muy agradecido. De no ser por ellos no habríamos terminado”, señaló.

Los elogios ayer en Valhalla eran de ida y vuelta. Mickelson no dudó en afirmar que “no hay nadie mejor que él en estos momentos”, mientras que Fowler sentenció: “Rory ha jugado muy bien y se merece la victoria. Es el mejor jugador del mundo en estos momentos, no hay duda. A ver si somos capaces de darle caza en algún instante”.