Nueve jugadores, como mínimo, van a disputarse este domingo el triunfo en el PGA Championship. Rory McIlroy (-13) sigue siendo el líder después de contener un excitante motín en Valhalla, pero va a tener que echar mano del látigo para domarlos a todos…
Por un momento el cuarto ‘major’ del año se nos había puesto en tercera jornada con cinco líderes empatados en -10. Rory no terminaba de hacerse fuerte arriba, acuciado por un par de errores, y por detrás venían insaciables Bernd Wiesberger (-12), sorprendente compañero del norirlandés en el partido estelar del domingo, Phil Mickelson (-10), cuya presencia arriba es garantía de espectáculo, drama o lo que a uno se le ocurra, y Rickie Fowler (-10), que parece dispuesto a cerrar la colección completa anual de top-ten en los grandes, a ser posible con un segundo puesto, para no perder las buenas costumbres adquiridas en Pinehurst y Royal Liverpool.
En la fiesta dominical también tienen su sitio Jason Day (-10), que hoy las ha pasado canutas desde el tee y aún así se las ha arreglado para jugar bajo par y seguir dentro de la pelea, Henrik Stenson (-9), que no va a ser un convidado de piedra al desenlace, Louis Oosthuizen (-9), renacido para las grandes citas, Ryan Palmer (-9), Mikko Ilonen (-9), Jamie Donaldson (-8), Steve Stricker (-8), y hasta Adam Scott (-7) o Hunter Mahan (-7), aunque estos últimos parecen ya algo retrasados. El abanico es de lujo y las posibilidades, infinitas.
La mejor vuelta del día ha sido de Wiesberger (65 golpes), el austriaco de 28 años que desde hace un par de temporadas viene apuntando tímidamente a la zona media alta de la Race to Dubai en el circuito europeo (suma dos victorias), aunque no se ha visto ni por asomo en una situación como la que va a afrontar. Será un test interesante para este jugador de perfil absolutamente germánico, que no es un diez en nada, pero que cada vez se acerca más al notable en casi todo y que de vez en cuando te la puede liar a estacazos plenos de precisión, como hoy ha ocurrido.
El asunto anda apretado. Y emocionante. Es cierto. La cuarta jornada se va a jugar en muchos greenes a la vez y esta es una situación impagable para el espectáculo, garantizado por la incertidumbre y la calidad y número de contendientes en la lucha por la victoria. Cierto también. Pero por encima de todo y de todos aún se alza imponente la figura de McIlroy (hoy 67 golpes), que realmente parece cambiar de marcha cuando lo necesita (tres birdies por los últimos cuatro hoyos, con algunos tiros de auténtico francotirador).
Resta por ver si aún le queda cuerda para completar un ‘hat-trick’ de ensueño. Da la sensación de que así es y de que él no va a perder el torneo. Quien quiera arrebatárselo tendrá que hacer muy, muy pocas.
Con Tiger ocupado en otros menesteres, en la ecuación final nos falta Sergio García (-5). No es éste un giro patriotero, es que el jugador español se ha ganado esta consideración. Por momentos pareció engancharse al tren, y de hecho entregaba un 66 de sobresaliente. Pero a estas alturas necesitaba todavía más. En todo caso, el de Borriol todavía puede brindarnos un final caliente, ahora que parece haberle cogido el aire a los greenes del recorrido de Louisville.
Gonzalo Fernández Castaño (PAR, 72 golpes), llegó a apuntar a metas altas en una vuelta de vértigo, una auténtica montaña rusa con picos de todas las alturas y en la que ni siquiera faltó un ‘proyecto’ de albatros en el hoyo 4, par 4, poniéndola de uno en green y firmando el eagle. Pero en el tramo final encadenaba una dramática serie con dos bogeys y un doble bogey. Al final, el recuento era bélico: un eagle, cinco birdies, seis bogeys, un doble bogey y sólo cinco hoyos saldados con par. La ronda de Rafa Cabrera Bello (+1, 74) resultaba menos excitante y el día se le hacía largo y áspero, sin encontrar el modo de meterle mano al campo.