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Un pequeño milagro

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Una imagen del hoyo 5 de Quail Hollow durante la primera jornada del PGA Championship. © Golffile | Ken Murray

Quedan 54 hoyos para que finalice el último Grande del año 2017 y puede ser un buen momento de frenar y mirar por el retrovisor para no dejar de valorar según qué cosas.

No hace falta casi rememorar la semana de Sergio García en Augusta. De principio a fin. Casi sin fisuras, brillante. Hasta llegar a aquel último tercio de vuelta épico del domingo y al inmaculado hoyo de desempate. Su mano a mano con Justin Rose queda para la historia.

Es más probable que hayamos olvidado, o no tengamos tan presente, que en el US Open, sin llegar realmente a encontrar el último cambio de marcha, Sergio estaba situado en el puesto 19º después de las dos primeras jornadas, a sólo cuatro golpes de los líderes, Koepka, Harman y Casey. Seguramente ni tenemos ya en cuenta, y hasta cierto punto es razonable, porque el resultado final pesa mucho (Sergio acabó 21º, Rafa, 42º, y Rahm no pasó el corte) la determinación con la que Sergio salió a jugar el sábado en Erin Hills, y que entre los hoyos 2 y 11 pateó para birdie en todos los greenes, salvo en el 9, dejándose por el camino opciones magníficas, sobre todo aquellas dos en los hoyos 4 y 5, con putts muy cortos, que hubieran relanzado la vuelta y su US Open.

Anteayer, como quien dice, Rafa Cabrera Bello andaba todavía enredando por los segundos nueve de Royal Birkdale, en la última jornada, a ver qué podía pescar en el río revuelto por el que, en aquel momento, bajaban Jordan Spieth y Matt Kuchar. Y pescó un cuarto puesto que no debe despreciarse.

Hace unas horas Jon Rahm ha cerrado un sobresaliente arranque en el PGA Championship, y eso a pesar de los dos bogeys finales. Quién sabe lo que va a ocurrir en las próximas horas, en los próximos días. Quién sabe si Jon se mantendrá ahí arriba o cómo van a reaccionar Rafa, Sergio y Pablo a partir de hoy, viernes. Pero sea lo que ocurra, es legítimo que juguemos con ventaja: el balance del golf español en los Grandes este año ya es un pequeño milagro. Dicho o escrito con tanta naturalidad como rotundidad: un pequeño milagro.