El PGA Championship de Jon Rahm terminó ayer en el hoyo 15. O al menos esa es la sensación que ha dado. Concretamente en el green, cuando hizo tres putts y lo que apuntaba a opción buena de birdie para meterse en la pelea incluso por ganar el torneo, se tornó en un frustrante bogey que desencadenó un final terrorífico.
En aquel green del hoyo 15 su putt acabó congelado. Fueron once putts en esos últimos cuatro hoyos, incluidos tres tripateos. Hoy sólo ha tripateado una vez, pero el putter ha seguido frío como un carámbano. En total ha tirado 35 putts, sólo dos greenes a un putt y el más largo que ha embocado ha sido de un metro para par.
Rahm se ha despedido con una jornada muy dura en Quail Hollow. De tee a green ha jugado bien. De hecho, se ha dejado hasta siete opciones de birdie de menos de seis metros, pero no ha conseguido meter ninguna. Toneladas de frustración a una paciencia que ha terminado al límite, aunque seguramente ha sido lo que mejor ha funcionado durante la semana en Charlotte. Jon no ha dejado de creer hasta que las circunstancias le han obligado. Ayer se lanzó al ataque para darse una oportunidad el domingo y su exhibición fue extraordinaria… hasta ese fatídico hoyo 15.
Finalmente, Rahm ha acabado el sexto Major de su carrera (cuántos Grandes le quedan por delante, madre mía) con una vuelta de 75 golpes para un total de +7. Acaba alrededor del puesto 60º, lejos obviamente de las posiciones donde él se encuentra cómodo, pero acumulando otra tonelada de experiencia que será debidamente analizada y regurgitada y que tendrá un valor espléndido para el futuro.
La temporada no ha acabado para el fantástico jugador de Barrika. De hecho, aún le quedan tres citas de una envergadura extraordinaria: la FedEx Cup, la Race to Dubai y el Andalucía Valderrama Masters en España, su primer torneo como profesional ante su público.
