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Una peli de terror en cinco actos

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Bethpage Black Course © PGA Championship
Bethpage Black Course © PGA Championship

Que si Bethpage ‘pallá’, que si Bethpage ‘pacá’. Que si la bestia. Que si el monstruo. Que si será una carnicería. Que si el cartel del hoyo 1 donde avisa de lo difícil que es el campo. Que si tal. Que si cual. Pero, realmente, ¿hasta qué punto es difícil el Bethpage Black Course de Nueva York? Aquí tienen cinco anécdotas muy reveladoras de hasta dónde puede ser una auténtica película de terror esta sede del PGA Championship 2019.

Rafa Cabrera Bello: “Después de varios hoyos de prácticas hemos llegado a un green donde se me ha quedado un putt de par de dos metros. He mirado a Colin, mi caddie, y lo hemos celebrado con la mirada. Os podéis hacer una idea de cómo es de complicado un campo de golf cuando empiezas a celebrar que tienes putts de dos metros para par. Algo que en cualquier otro recorrido sería una situación muy incómoda, aquí casi se convierte en un alivio”.

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Sergio García: Pega un gran tiro en el hoyo 14, un par 3 corto, de unos 145 metros según dónde pongan el tee y la bandera. Jorge Campillo, que va jugando con él, pega otro gran golpe. Los dos hacen birdie y lo celebran casi como un título. “Definitivamente, hay que aprovechar los hoyos cortos”. Los hoyos ‘fáciles’ de Bethpage son el 2, 4, 6, 11, 13, 14 y 18. Fáciles con miles de comillas…

Adrián Otaegui: Tal es la presión con la que te lleva Bethpage en cada golpe que el jugador puede llegar a perder la noción de lo que está jugando. Necesitas tanta atención en el presente, que no es descabellado despistarse. Le ha pasado a Adrián Otaegui. Después de haberlo jugado dos veces, el golfista vasco estaba convencido de que el hoyo 4 era un par 4 en lugar de un par 5. Se ha dado cuenta enumerando los hoyos difíciles de Bethpage. “Ayer jugué seis pares 4 y en tres no llegué de dos golpes… Uno de ellos fue el 4”, asegura. Le corregimos. El hoyo 4 es par 5. Al principio no termina de creérselo… Lo chequea con su libreta y se convence. Una alegría para el cuerpo. “Pensaba que era un par 4 difícil, pero al que se le podía sacar el par y ahora me lo habéis puesto mucho mejor”, aseguraba con una sonrisa de oreja a oreja.

Jon Rahm: El hoyo 7 es un par 5 reconvertido a par 4. Seguramente, es el auténtico monstruito de Bethpage. Lo de Rahm es una buena demostración. “He pegado un muy buen drive a calle y de segundo he pegado madera 5… Creo que jamás en mi vida había pegado más de un hierro 4 en un par sin viento en contra y con una buena salida…”. Háganse un idea de cómo es el bicho de 524 yardas…

Jorge Campillo: Y seguimos con el hoyo 7… El extremeño ha pegado un buen drive y le quedaba de segundo golpe nada menos que 234 yardas, algo más de 210 metros… Más largo que un día sin pan. Así es Bethpage. Una película de terror en cinco actos.

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