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Contracrónica de la segunda jornada del PGA Championship 2023

Me encantaría ser Amanda, pero doy el perfil de cazafantasmas

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Amanda Renner
Amanda Renner, en Rochester. Photo by Darren Carroll / PGA of America

Día duro, viernes de resaca. El Sevilla tumbó a la Juventus y el exceso me tumbó a mí. Si es que sale más a cuenta no ganar… Bueno, lo primero es un autoelogio porque el jueves se demostró que soy el antigafe. Alejo el mal fario. Vi seis hoyitos de Jon Rahm, el primer tercio de su vuelta, y lo dejé -1. De lo que aconteció después no me responsabilizo. Al contrario. Lo mismo me debería fichar el Número Uno del mundo para verlo siempre. Desde casa, por supuesto, que in situ sale muy caro y es mucho trajín. Los efectos de la jarana nocturna han pesado. Y tanto. De hecho, estuve 40 o 50 minutos viendo la segunda jornada hasta que me di cuenta de que era la primera repetida… ¿La caja tonta o el redactor atontado? He ahí la cuestión. En este estado, se te pasan por la cabeza algunas ideas que son verdaderas chaladuras. Una ocurrencia ha sido que por qué no diseñan campos de golf revolucionarios: los árboles y el rough alto por el centro de la calle y el verde pasto segado por los lados. Para los pares 3 debo darle una vuelta. Lo dicho: auténticas locuras. Aunque para majadería, la regla 15.3c por la que Cameron Young fue penalizado por patear por un despiste desde donde le tocaba, pero sin sacar ventaja alguna. Y ya sé que la casuística es amplia y habrá pillos que aprovecharían para hacer la trampa, pero siendo tan evidente que no es así…

El bueno de Sadom Kaewkanjana (+12) se nos va a casa. Dos PGA Championship, dos cortes fallados. Una pena para los chicos del Ten Golf tailandés, que se quedan sin el único representante del país asiático. Me cae bien este chico desde su gran comienzo de año en Arabia Saudí (cuarto) y Omán (segundo), aunque luego ha perdido flow. Las alegrías para Tailandia tienen acento femenino, como se comprobó hace unos días en la International Crown ganada por Thitikul, Tavatanakit y las hermanas Jutanugarn. Sam Ryder (+12), otro chaval que me genera simpatía, también se pira. Desde que Phil Mickelson le pegó un sopapo verbal metiéndose con los pantalones que usó un día en el Farmers. A ver, don Phil, ¿hablamos de las gafas de Sonny Crockett que vienes gastando últimamente? «Ahhh, great hole, PGA», suelta con sorna Jon Rahm tras acabar su bola en el rough después de un hierrazo que botó en el centro de green en el kilométrico par 3 del 11. Por Dios, que no se nos descentre, que está flirteando con el corte (-5).

No hay entrada en Wikipedia con mi biografía. Es un hecho, un dato objetivo. Que no diré yo que no mereciera un par de párrafos, al menos por la pomposidad de mi apellido paterno. Nanai. Tampoco mi carrera periodística está plagada de bombas informativas ni he estado en la tele ni en la radio (mucho más mediáticos que la prensa escrita) y habrá que aceptar mi invisibilidad. Pero he de reconocer que alguna vez me hubiera gustado ser Amanda Renner (Balionis antes de pasar por la vicaría), en estricto sentido profesional, quede claro. La popular periodista de CBS Sports sí puede presumir de sus cuatro parrafitos en la Larousse de internet. Es muy famosa en el mundillo y en Rochester la paran por todos lados para echarse fotos. A mí no me piden selfies ni mis sobrinos. En fin, una crack de las entrevistas televisivas. Ahora bien, he leído en un par de sitios que su sueldo en la cadena ronda los 38.000 dólares al año. Si gana eso, yo soy el hijo secreto de Josep Pedrerol. Total, querría ser alguna vez Amanda, aunque en realidad lo que me encantaría es llevar el soplillo de los operarios que limpian la hojarasca de los greenes. Doy más el perfil y quién no fliparía con la mochila de los cazafantasmas a la espalda…

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