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Cada año habría que escribir lo mismo… Y cada año lo haremos seguramente

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Estamos a sólo unas horas del comienzo de un evento que no tiene parangón en el mundo del deporte…

Por una razón de peso jurásico: se levanta el telón de la 137ª edición del Open Británico de golf, desde que en 1860 se disputara la primera con sólo ocho jugadores (teóricamente profesionales, aunque de esto tenían más bien poco…) sobre el recorrido escocés de Prestwick, sede de las primera once ediciones. En realidad, poco más habría que añadir: tradición y leyendas que imponen algo más que respeto: las que aparecen incluso ahumadas por el paso del tiempo. Toda la historia del golf con nombres y apellidos, desde el primer vencedor, Willie Park y la saga Morris, padre e hijo, héroes del Siglo XIX, hasta nuestros días.

 

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Sólo las dos grandes guerras impidieron su celebración (tampoco se disputó en 1871… Prometemos remover Roma con Santiago para explicar por qué). Todos los grandes mitos alumbran como antorchas eternas el corredor (bien podría ser la calle del 18 de Saint Andrews…) que conduce al santuario donde se guarda la simple y codiciadisima jarra de clarete: el irrepetible Bobby Jones, ninguno como él, que antes de ganar llegó a levantar la bola en su primera participación, tocado y hundido por los links escoceses; Sarazen, Hagen, Hogan, Thomson, Player, Nicklaus, Watson, Severiano, Faldo… Y Tiger, claro, el gran ausente este año.

El escenario es Royal Birkdale, uno de los campos fijos en la rotación del Open en su era moderna. Este recorrido 'apenas' si llega a los 120 años de existencia. Vamos, que está para estrenar… Se fundó en 1889 como Birkdale Golf Club y tomó rango real, Royal, en 1951. Es la novena vez que acoge un British. Aquí ganaron por primera vez la jarra de clarete Peter Thomson (1954), que ganaría cuatro más, uno de ellos en este mismo campo, Arnold Palmer (1961) o Lee Treviño (1971). A ver si alguno de los españoles pueden emularlos.

Mucho ojo con este Royal Birkdale, más largo que hace diez años. 

Tiene dos pares 4 de 499 yardas, distancia máxima permitida por el Royal & Ancients para un par 4; una yarda más y ya es par 5, te pongas como te pongas… Si te cogen con el viento a favor, vaya, pero vete preparando como te cojan con el viento en contra. Y es que el viento sopla de lo lindo si está por soplar y, como es característico en muchos links antiguos británicos (éste es inglés: Southport, Lancashire) raro es el hoyo en el que rula en la misma dirección por la orientación distinta que se aprecia casi en cada uno de ellos.

Dios salve al Open.