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Esas hierbas a la altura del pecho de un chaval de 11 años…

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Hoy hace once años Severiano Ballesteros salió a jugar unos cuantos hoyos del Royal Lytham St Annes…

Igual que hoy, era un domingo 15 de julio, cuatro días antes del inicio del torneo, la última vez que se jugó el British en esta sede inglesa antes de la edición de 2012 que ya está llamando a la puerta…

Se trataba de la primera toma de contacto aquella semana con uno de sus campos talismán. Pura rutina. Una vuelta de prácticas tranquila y apacible. Pero si lo pensamos bien y lo miramos con los ojos de la historia, nada de lo que hiciera Seve en este recorrido inglés debería pasar desapercibido. No en vano es el único jugador que ha ganado dos Open Championship en este campo.

En aquella ocasión, además, se daba otra curiosa y peculiar circunstancia, porque el gran campeón cántabro iba acompañado de alguien muy especial: su hijo Javier, que por entonces tenía once años y que, muy resuelto, salió a jugar con su padre. «Sí, estuve con él en Royal Lytham y recuerdo que salimos a jugar el campo. Era domingo. O quizá lunes… No hicimos una vuelta completa. Serían en total unos diez hoyos, pero no me acuerdo bien de cuáles eran», recuerda Javier Ballesteros para Tengolf.

Puestos a imaginar, y con el mapa del campo como apoyo, como quiera que el diseño de este campo te va alejando siempre de la casa club según avanzas hacia el hoyo nueve, lo normal es que jugaran los hoyos 1, 2, 3, 4 y 5, enlazando en ese punto con los hoyos de vuelta en el tee del hoyo 15, y terminando por los hoyos 15, 16, 17 y 18, una buena parte del tramo donde Seve dio una exhibición extraordinaria en 1979 desde todas las esquinas: el domingo no cogió ni una calle en los últimos seis hoyos y completó ese tramo con un parcial de una menos para ganar su primer British, su primer ‘major’.

Javier no guarda demasiados recuerdos de aquella jornada festiva de golf, hace once años. Al fin y al cabo él no estaba haciendo nada especial en esos momentos: jugaba al golf con su padre, como tantas veces. Sí le da la sensación de que el famoso golpe desde el parking (hoyo 16, en la última y decisiva jornada en 1979) «no estaba tan a la derecha. Tengo la idea de que mi padre llegó a decir que incluso se había protegido por ese lado, pero si te digo la verdad, no tengo la seguridad de que eso me lo contara a mí en concreto». En efecto, lo cuenta Seve en su autobiografía: «quería poner la bola en la calle, por supuesto, pero sobre todo me dije que no podía mandarla a la izquierda», explicaba el de Pedreña.

La última jornada de Seve en la edición de 1988, disputada un lunes por la inclemencia de la lluvia, aquel 65 memorable jugándose los cuartos ante Nick Faldo y, sobre todo, ante un inspiradísimo Nick Price, forma parte ya del libro de oro del golf. No es extraño que el propio Severiano reconociese que esa había sido la mejor vuelta de su vida. «De eso no tengo ninguna duda porque también me lo dijo a mí», apunta Javier.

Pero Javier se queda con otro recuerdo imborrable de aquellos nueve o diez hoyos con su padre en Royal Lytham St Annes. «Del rough me acuerdo perfectamente: unas hierbas gigantes que a mí me llegaban a la altura del pecho. Claro, yo sólo tenía once años y no levantaba mucho del suelo, pero aquello me impresionó mucho».

Un bello círculo que se cerraba, porque justo 22 años antes de aquel mano a mano entre padre e hijo, Seve levantaba su primera jarra de clarete y declaraba a los presentes con absoluta naturalidad: «he jugado bien desde el rough: tengo mucha práctica».