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Rafa y esa bola que anidó perezosa en el rough del hoyo 9…

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No van a abundar las vueltas de 67 golpes en esta primera ronda del  Open Championship en Muirfield, justo el resultado que ha entregado Rafa Cabrera Bello (-4), que con toda seguridad va a mantener al canario entre los primeros puestos todo el día, y veremos a ver si incluso no aspira al liderato…

“Una vuelta así no me la esperaba ni me la dejaba de esperar”, aseguraba un prágmático Cabrera Bello al finalizar. “Mi juego venía mejorando y cuando esto ocurre sabes que en algún momento te puede salir una  vuelta muy completa. Tampoco ha sido la primera que he hecho en las últimas semanas”.

En Muirfield, en efecto, hay que jugar muy bien para terminar bajo par, pero la diferencia, como casi siempre, la marca el putt. “He pateado muy bien y me he quitado seguramente dos o tres golpes gracias a eso. Y eso es lo que distingue una vuelta muy buena de una que sólo es buena”, aseguraba.

También ha pegado hierros en la yema, poderosos. Como el del hoyo 4, par 3, donde le faltaba muy poco para hacer un hoyo en uno que al final se quedaba ‘sólo’ en un birdie dado. Y drives majestuosos. Como el del hoyo 5, par 5, donde pegaba un hierro 8 de segundo tiro a green.

Hay que jugar muy bien para hacer 67, está muy claro, pero la clave de una gran vuelta a veces se encuentra también en salir herido levemente de lo que podía haberse convertido en una liada monumental.

Cabrera, por ejemplo,  ha salvado el tipo y el día en el hoyo 9. En este par 5 con ligero viento en contra había pegado de nuevo un drive muy bueno. Después, cogía el hierro 2 para llevarla a green, pero el tiro salía fofo y a la derecha, directo a un rough que no tenía demasiada buena pinta. Una vez llegaba al lugar se encontraba con su bola perfectamente anidada en las raices de unas espigas. Tanto, que no tenía opción material o física de hacer contacto directo con la bola. Imposible. Ahí sólo queda meter la pala y arañar a ver qué pasa. La bola salió entonces loca, baja y directa al talud de un bunker asesino…

 Ahora no quedaba otra opción que sacarla hacia la calle después de dar gracias al cielo por haberla dejado al menos jugable. Estaba de nuevo en el fairway dispuesto a dar su quinto tiro y todavía a 45 metros de la bandera. En esta tesitura y después del meneo, cualquier cosa puede pasar, mucho más en un links, donde no es sencillo parar la bola justo donde uno quiere. Sin embargo, Rafa hizo lo que parecía imposible, poniendo la bola con un approach templadísimo exactamente a cinco dedos de la cazuela. Cayó el bogey, sí, pero casi supo a birdie después del mal rato. Y sin duda allí se cocinó también buena parte de su excelente tarjeta.