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“Los pegadores pueden dejar el driver en el hotel”

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Pablo Larrazábal nos realiza un primer acercamiento al Royal Liverpool

 

Queda algo más de una semana para que arranque el Open Championship cuando Pablo Larrazábal y su caddie Chris Rice aparecen dando los buenos días por la puerta de Royal Liverpool, Hoylake. Es temprano y hace buen tiempo, aunque cualquiera se fía por estos lares. El traje de agua siempre en la bolsa.

Realizamos un primer acercamiento a la sede del British de la mano del jugador español, que amablemente nos cuenta sus impresiones. Las vibraciones son buenas, vaya esto por delante. Primer dato básico al hablar de Royal Liverpool y recordar aquellas estampas marrones del Open de 2006 que ganó Tiger Woods: el campo está verde, muy verde. ¿Significa esto que está blando? Pues no, señores, esto es un links y lo que toca es que esté duro, pero el paisaje será un poco menos lunar que la última vez que pasó el British por aquí.

Pablo nos cuenta que ha jugado bastante bien y que ha tenido suerte con el cielo. “Ha sido un día bastante bueno, sin viento y con sólo cuatro hoyos con un poco de lluvia”, señala a Ten-Golf. Cuando hablamos de un Open Championship y de un links ya saben que el tiempo es fundamental para explicar cómo está el campo. No es lo mismo jugar con viento y lluvia que con un día plácido. Así las cosas, con las condiciones que se vivieron ayer, Larrazábal asegura que sólo pegó el drive en un hoyo, el 10. ¿Será la tónica la próxima semana? “A ver, va a depender del tiempo que aquí cambia bastante, pero el driver podría quedarse perfectamente en el hotel como las condiciones sean buenas. Los pegadores pueden salir sin él”, apunta.

Larrazábal jugó bien, así que no se metió en muchos líos, eso sí, era una ronda de entrenamiento, así que tocaba probar cosas. No las contó, lógico, y aprovechó para trabajar mucho alrededor de green. En cualquier caso, avanza: “el rough está picante en ciertos sitios”. Es decir, toca ir recto, más, por ejemplo, que en la comentada edición de 2006 donde el rough, muy seco, no penalizó tanto.

Pablo examinó ayer con lupa la sede del British y sus sensaciones son muy buenas. Ahora, ya se encuentra en Royal Aberdeen para afrontar el Open de Escocia y terminar de afinar su juego para el tercer major de la temporada, el segundo en su cuenta. Ya saben: driver, lo que es driver, se va a ver poquito la semana que viene.