Royal Birkdale ha rugido y mucho en este día del movimiento del Open Championship. Normal. Buenas condiciones, campo asequible y birdies a tutiplén. Fiesta, gritos, jaleos, alaridos. En definitiva, una jornada preciosa, pero al mismo tiempo un cóctel explosivo para alguien que no empieza jugando bien. Y esto es precisamente lo que le ha pasado hoy a Rafa Cabrera Bello.
El golfista canario ha arrancado con dificultades. No le estaba pegando bien a la pelota y, además, pronto caía el primer bogey en el hoyo 2. “He visitado zonas que no conocía de Royal Birkdale”, decía con una sonrisa. Pegar malos golpes afecta a cualquiera, pero mucho más a alguien que destaca por su swing equilibrado, sólido y estable. Es muy fácil, perder la esperanza, acelerarte y empezar a buscar los birdies con una ansiedad que generalmente acaban más en tragedia que éxito. Rafa hace tiempo era un jugador que caía en esta trampa maldita y las vueltas que empezaban torcidas acababan yéndose lánguidas por el sumidero. Sin embargo, en los últimos año ha venido aprendiendo y trabajando la lección de la paciencia, y hoy la ha vuelto a poner en práctica en Royal Birkdale. Tras un mal comienzo, con muchas dudas, tiros errados y tirando de pico y pala para salvar los bogeys, ha terminado firmando tres bajo par en los últimos cuatro hoyos para acabar con un total de -3 y darse así una merecida licencia para soñar este domingo. Es cierto que es mínima porque Jordan Spieth (-11) está a ocho golpes y jugando un golf sin fisuras, pero los sueños, sueños son… y a veces su cumplen.
¿Cómo se combate la ansiedad que genera un mal inicio en un día de festival de birdies? Rafa tiene su propia teoría. Es un trabajo mental que no se acaba, hay que ejercitarlo continuamente, y se basa en pensar de forma positiva y escuchar todos los idiomas que habla un campo… porque son varios. “Hay que saber esperar tu oportunidad, ser paciente y mantener una actitud positiva. Es importante ser consciente de que no todos los días puedes jugar perfecto, al menos yo, y sobre todo que igual que en el campo de prácticas puedes pegar dos drives malos y después te salen 25 seguidos buenos, del mismo modo en el campo puedes fallar dos golpes y después empezar a jugar bien”, señala.
No hay muchos jugadores capaces de desarrollar un pensamiento lógica y pragmático como el de Rafa. Y esto le lleva a darse cuenta de que empeorar las cosas cuando están mal no es una buena medida. Puede parecer fácil, pero hay que saber aplicarlo en caliente. Y para eso hay que entrenar. El canario, incluso, ha llegado a aprender a escuchar a los bogeys. Así lo explica: “si empiezas mal une vuelta, con un par de bogeys, sufriendo o pegando mal a la bola, perder la paciencia sólo te lleva a empeorar las cosas. Es obvio que ser positivo no es una varita mágica que consigue arreglarte el swing y que empieces a pegar golpes impresionantes. Hay muchas vueltas que estás positivo los 18 hoyos y no acabas como hoy, con tres birdies en los últimos cuatro hoyos, pero sí que puedes hacer el par o +1 y no dejarte ir y acabar haciendo +5 ó +6. Además, hay una cosa muy importante. En un día como hoy puedes tener la sensación de que todo el mundo está haciendo birdies porque no escuchas más que gritos por el campo, pero hay que tener en cuenta que también hay gente haciendo bogeys, lo que pasa es que no suenan”. Los bogeys también se pueden y se deben escuchar.
La actitud de Rafa hoy le ha permitido entregar una tarjeta de 67 golpes y colocarse en la séptima posición del torneo, a ocho de Jordan Spieth, cinco de Kuchar y sólo tres de la tercera plaza. “Es muy difícil, pero sólo hay dos arriba y si por lo que sea, en los primeros nueve hoyos hay unos bogeys por allí y unos birdies por acá y se iguala la tabla, cualquier cosa puede pasar”, asegura el canario. Nadie le va a quitar el derecho a soñar… y a seguir escuchando a los bogeys.
