Jon Rahm (+5) se ha quedado fuera del corte en el Open Championship. Un triple bogey en el hoyo 7 tras mandar la bola fuera de límites con el driver era el comienzo del fin de su aventura en Carnoustie. Es verdad que tenía margen con el que negociar (en ese momento se situaba con un acumulado de PAR y la línea del corte no era un peligro acuciante, inminente), que disponía de jornada y campo por delante para meterse de nuevo en la pomada, con unas condiciones de juego que habían mejorado radicalmente respecto a la mañana (había dejado de llover y el viento casi ni se sentía), todo esto son verdades como puños, pero a la hora de la verdad al joven vasco le faltó impulso, energía, ese fuego interior que trae de serie…
¿Cuál ha sido la causa de este apagón? Para empezar, el de Barrika andaba con algún problema que nada tiene que ver con el golf y que, en el momento de la verdad, cuando ha necesitado un extra de concentración y motivación tras el triple bogey, le ha pesado más de la cuenta. “Me ha costado volver a concentrarme y no ha sido por nada de lo que haya pasado en el campo de golf, han sido causas ajenas, para ser sincero, aunque no quiero hablar de este tema. Ha sido duro, he hecho todo lo posible, pero no ha podido ser”, significaba el jugador.
Jon Rahm firma (a su manera) el mejor arranque en un Grande
Jon, como es obvio y evidente, no quería abundar en la cuestión y por puro respeto a su intimidad hay que dejarlo estar. Después de caer también el viernes en Shinnecock Hills, en el US Open, ha supuesto un duro revés fallar el corte en Carnoustie, sobre todo después de una primera vuelta en la que se había sentido plenamente satisfecho y ´libre’, jugando a su manera, driver va y driver viene. Hoy, eso sí, se reafirmaba en la estrategia, a pesar de haber fallado esa salida en el 7. “No ha sido un problema de estrategia y no me arrepiento de ninguna decisión”, puntualizaba.
Han querido el destino y las caprichosas musas del golf que Rahm quedara definitivamente fuera de juego en el mismo lugar que Sergio unas horas antes y de manera muy similar: bola a la izquierda en el 16, par 3, un segundo tiro (con la madera uno, con el putter el otro) que no llegaba a coronar la depresión y devolvía la bola ladera abajo… Y al final un doble bogey como sentencia. En el mismo lugar, por cierto, donde Rafa Cabrera Bello, el único representante en liza de la Armada, casi sufre un patatús 24 horas antes, sumando la friolera de cinco putts y comprometiendo por ello seriamente el torneo.
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