Hacía mucho que Jon Rahm no vivía una situación parecida en una ronda de prácticas. No se puede decir que haya pasado desapercibido hoy en Royal Portrush, pero casi. Son las cosas que ocurren cuando juegas con el gran ídolo local. De repente, pasas a volar por debajo del radar.
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Nadie es más querido esta semana que Graeme McDowell. Nació y se crió aquí. Es su golfista. El hijo de Portrush. Las masas se mueven al ritmo del norirlandés. Todos esperan hasta que él abandona el green. Es una imagen parecida a la de Tiger en Estados Unidos. Esta semana no es Graeme, ni siquiera GMac, es el vecino de la casa de enfrente.
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Hace ya algunas semanas que Jon y Graeme habían quedado para jugar esta vuelta de prácticas. Mantienen una relación excelente y comparten fisioterapeuta. El cicerone no podía ser mejor. Para conocer los secretos de Royal Portrush, nadie como GMac. Han jugado sólo siete hoyos, no parece mucho, pero sí suficiente como para compartir alguna confidencia.
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Una tiene que ver con la presión en el tee del hoyo 1 y otra con las formas peculiares de Royal Portrush alrededor de green. Aquí lo cuenta el propio Jon…
