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El bullying o una operación a vida o muerte: eso sí es presión

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J.B. Holmes. (© Golffile | Eoin Clarke)

JB Holmes (-8) es el líder del Open Championship mediada la segunda ronda. No sabemos si terminará en la primera posición al final del día, aunque el tiempo en Royal Portrush parece que se está aliando con él para que así sea. Poco antes de las tres de la tarde, hora local, se ha puesto a llover con fuerza sobre este precioso rincón de Irlanda del Norte y las condiciones se han complicado bastante.

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El poderoso pegador norteamericano tiene un golpe de ventaja sobre Tommy Fleetwood y Lee Westwood, dos sobre Cameron Smith, Justin Rose y Justin Harding y tres sobre Brooks Koepka y Justin Rose. Todos ellos con la vuelta acabada. No está nada mal lo que ve por el retrovisor ahora mismo el jugador de Kentucky de 37 años. Cuatro de sus siete perseguidores han sido alguna vez Número 1 del mundo ( o lo son ahora, como Koepka) y tres de los miembros más notables de la Armada inglesa están a su acecho.

Eso sí, no crean que Holmes se va a poner a temblar. ¿Miedo? No para alguien como él que ha pasado por lo que ha pasado, empezando por estar tumbado en una mesa de operaciones con la cabeza abierta. Aquel episodio fue el 1 de septiembre de 2011 y aún guarda como recuerdo en una vitrina de su casa un trozo de cráneo que le fue extraído. A Holmes le diagnosticaron unos defectos estructurales del cerebelo, un problema conocido como Malformaciones de Chiari. Todo comenzó con algunos episodios puntuales de vértigo. “Tuve miedo poco antes de entrar en la sala de operaciones. No sabía cómo iba acabar aquello, si podría seguir jugando al golf o haciendo una vida normal. Lo único que hice fue encomendarme a Dios y pedirle ayuda”, explicó un año después de su operación. Al lado de esto, liderar un Open es casi una broma.

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Tampoco lo pasó bien en sus tiempos más mozos. Holmes iba algo más lento que sus compañeros durante los estudios de Primaria. Por este motivo, sufrió algunos capítulos de bullying por parte de sus compañeros, que llegaron a mofarse de él. Poco a poco y con mucho esfuerzo fue sacando las asignaturas y recibió una beca para la Universidad. Una vez allí, la psicóloga del centro le diagnóstico dislexia. Esta esra la razón de que fuera algo más lento. “Recibí el diagnóstico con alivio, ya que al menos descubrí que había una causa, que no era tonto”, señaló en su momento recordando este pasaje de su vida.

Así las cosas, JB, que no son las iniciales sino su nombre real después de que él decidiera cambiarlo en el registro, no parece el prototipo de persona al que le vayan a temblar las piernas por un liderato en el Open. Del mismo modo que no tembló para ganar el Farmes Insurance Open este mismo año a pesar de recibir las críticas de muchísimos compañeros y gran parte de los aficionados al golf por su lentitud a la hora de ejecutar los golpes, especialmente en los greenes.

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A Holmes le costó adaptarse a los links. No en vano, falló el corte en cinco de sus primeras siete presencias, sin embargo el año pasado en Carnoustie ya demostró que les había cogido el aire, después de acabar en duodécima posición. No, no es un líder de paja. Podrá jugar mejor o peor en los próximos días y es posible que no gane el Open, pero de lo que pueden estar seguros es que no será por acusar la presión o tener miedo. Una auténtica historia de superación.

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