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La única gran certeza que incumbe a Rahm y a los otros grandes candidatos

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Jon Rahm durante la tercera jornada en Royal Portrush. © Golffile | Ken Murray
Jon Rahm durante la tercera jornada en Royal Portrush. © Golffile | Ken Murray

Jon Rahm (-7) ha firmado hoy una tarjeta de 68 golpes que bien podía haber sido de 66 ó 65 golpes, si atendemos al juego desplegado por el vasco. Hoy, por encima de todas las cosas, lo que le ha ocurrido a Jon es que unos cuantos putts muy bien tirados, demasiados, han lamido la cazoleta o, llevando la línea perfecta, se han quedado un palmo cortos. El joven vasco siente que se le está escapando viva una buena oportunidad de ganar su primer Grande, sobre todo porque su juego de tee a green durante las tres primeras jornadas ha estado de notable alto, cuando no de sobresaliente, justo lo que uno busca y anhela en estas señaladas semanas.

VÍDEO | Declaraciones de Jon Rahm tras la tercera jornada del Open Championship

Este torneo, como todos, es una carrera de eliminación. A falta sólo de la última y decisiva jornada queda en pie un nutrido grupo de aspirantes, que en este caso además se compone de extraordinarios jugadores. Pues bien, todos ellos sienten ahora de modo parecido a Rahm, desde el mismísimo Tommy Fleetwood (-12), hasta Jordan Spieth (-7), pasando por J. B. Holmes, Brooks Koepka, Justin Rose, Rickie Fowler, Lee Westwood o Tony Finau. Todos podrían señalar cuál ha sido la causa de no verse aún más arriba. Y todos probablemente tendrían razón, pero al final sólo queda una única certeza: si ninguno de ellos (salvo Fleetwood, seguramente) puede verse ahora mismo como claro candidato a la victoria es sólo por una razón, más allá del putt, el juego corto, los hierros, las maderas y la actitud, y no es otra que el celestial despliegue de un solo jugador, Shane Lowry (-16).

EN DIRECTO: Lowry se dispara con un ‘Moving Day’ galáctico

Todos ellos (impresiona la calidad y grosor del grupito en cuestión) han jugado lo suficientemente bien como para haber salido mañana con todas las expectativas abiertas. Cada cual tendrá sus cuitas y encontrará su particular modo de flagelarse, pero la única certeza es que el factor Lowry era incontrolable y es lo único que los aparta hoy del triunfo de un modo conciso y fríamente concreto.

Shane Lowry y su caddie Brian Martin tras la tercera jornada del Open Championship.  © Golffile | Eoin Clarke
Shane Lowry y su caddie Brian Martin tras la tercera jornada del Open Championship. © Golffile | Eoin Clarke

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Dicho lo cual, tenemos el derecho (y hasta el deber…) de ver el panorama desde un ángulo más amable. E interesante. Si al irlandés le da por flaquear el domingo, la batalla se abrirá hasta horizontes insospechados. Y épicos. Mucho tiene que flaquear, es cierto. Ahora, cuando apenas han pasado unos minutos desde que Lowry firmara la tarjeta, con el recital vibrando todavía en la retina, se antoja imposible que mañana pueda irse al otro extremo, pero cosas mucho más raras se han visto en este deporte. Todos los demás, por si acaso, deberán ir haciendo los deberes a la espera de que se abran las puertas. Si se abren, la carnicería será de leyenda.

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