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Lowry desata la locura en Royal Portrush

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Shane Lowry saluda al enfervorecido público a su llegada al green del hoyo 18. © Golffile | Eoin Clarke

Media hora después de que Shane Lowry (-16) hubiera firmado su tarjeta galáctica de 63 golpes en la tercera ronda del Open Championship, cientos de aficionados irlandeses ebrios de felicidad se hacían trizas las gargantas vitoreando a su gladiador. Cánticos, gritos, ovaciones… la locura. Recordaban a La 12, la barra brava de Boca, viendo a Diego Maradona. Caras muy rosas por el sol y la cerveza, pelos colorados y mucha bandera verde, blanca y naranja agitada ante el ídolo. Niños y mayores le hicieron salir varias veces de nuevo al ruedo, después de firmar la tarjeta, entre una entrevista y otra. Parecía un cantante de rock. Mientras, Lowry saludaba con una mezcla de felicidad y timidez, abrumado por todo lo que estaba viendo.

El final de la tercera ronda del Open Championship ha sido una fiesta colosal, a la altura de la exhibición de golf que ha ofrecido Lowry. Ha hecho ocho birdies sin errores y se ha quedado a un solo golpe de igualar la vuelta más baja en la historia de los Grandes. Definitivamente, ha jugado a otra cosa y la victoria en el Open pasa por lo que él pueda hacer el domingo. Tiene un asa de la Jarra de Clarete agarrada, pero aún falta la otra y va a tener que sufrir para conseguirla. Tendrá que pelear con varios de los mejores jugadores del mundo y con un tiempo que pinta muy mal. A partir de las cuatro de la tarde, más o menos cuando a él le queden nueve hoyos, se habla de lluvia muy fuerte y rachas de viento que podrían superar los 60 kilómetros por hora. Una locura. De hecho, las salidas se han adelantado dos horas por ese temporal anunciado.

Lowry tiene cuatro golpes de ventaja sobre Tommy Fleetwood (-12) y seis sobre JB Holmes (-10). Realmente, lo tiene en su mano. Sólo Fleetwood le podría ganar en un mano a mano con una vuelta descomunal. El resto, sólo puede esperar a un descalabro del líder. Visto lo visto hoy parece una quimera pensar en un mal día de Lowry, pero ya salió como líder el domingo en el US Open de Oakmont, en 2016, con cuatro golpes de ventaja sobre Dustin Johnson y Andrew Landry, y acabó claudicando con una vuelta de 76 golpes. Todo puede ocurrir aún.

Obviamente, si las opciones de Fleetwood y Holmes pasan por lo que haga Lowry, qué decir de los que están aún más lejos. Hay mucho jugador poderoso, como Koepka, Rose, Fowler o Westwood, pero la distancia es mucha, dependen de lo que haga Lowry, que ha establecido un nuevo récord en 54 hoyos. Sus 197 golpes mejoran los 198 de Tom Lehman en 1996 en Lytham. Un total de 25 jugadores han llegado a la ronda final del Open con cuatro o más golpes de ventaja y 22 de ellos acabaron ganando.

La decisión del Royal and Ancient de traer el Open Championship a Royal Portrush tenía también mucho que ver también con el conflicto que durante treinta años mantuvieron católicos y protestantes, y que tantas vidas se cobró en Irlanda del Norte. El British era una manera de festejar la paz a través del deporte, la convivencia, el entendimiento y las tradiciones compartidas. Resulta curioso que sea precisamente un irlandés quien llegue como líder destacado a la última jornada y que haya nada menos que cuatro ingleses, y qué ingleses, (Fleetwood, Rose, Westwood y Willett) al acecho. Mucho más curioso si resulta que es el primer irlandés que lidera un Open después de 54 hoyos. Tenía que ser aquí.

La fiesta hoy en el coqueto pueblo portuario de Portrush va a ser larga. Correrá la Guinness con generosidad en el Wine Bar, The Tourist o el Harbour Bistro… Eso sí, nada comparado con lo que puede ocurrir el domingo como gane el irlandés…

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