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Un repaso a la historia de contrastes de los Open en Royal St George’s

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Darren Clarke posa con su Jarra de Clarete tras ganar el Open en 2011, última vez que se disputó en Royal St George's | PGA Tour

El emblemático campo de Royal St George’s, sede esta semana de la 149 edición del Open Championship, tiende a polarizar opiniones. Algunos de los mejores golfistas, entre los que está incluido Jack Nicklaus, hablan de este campo como la peor sede del Open mientras que otros, como es el caso de Bernard Darwin, nieto de Charles Darwin y uno de los más reconocidos ‘linkscólogos’ de la historia lo colocan en lo más alto de su ranking de favoritos.

Conocido coloquialmente como el Sandwich, Royal St George’s fue fundado en 1887 con el objetivo de rivalizar con el icónico St Andrews. No podemos decir que tal objetivo se haya consumado, pero sí que desde hace tiempo este campo forma parte de la historia del torneo. Esta será la decimoquinta ocasión en la que Royal St George’s acoja el Abierto Británico, siendo el cuarto recorrido más utilizado tras Muirfield, Prestwick y el propio St Andrews.

Desde John Henry Taylor en 1894 hasta Darren Clarke en 2011, Royal St George’s ha visto desfilar a doce campeones distintos. Únicamente Harry Vardon (1899 y 1911) y Walter Hagen (1922 y 1928) han sido capaces de ganar por partida doble en este escenario. Pero la lista de nombres ilustres que han conseguido levantar la Jarra de Clarete en este links no deja indiferente a nadie en el mundo del golf.

Empezando por Henry Cotton, campeón en 1934. Con su victoria, el primero de sus tres Open, logró poner fin a una década de dominio americano en el torneo. Además, lo hizo liderando las cuatro jornadas de competición, convirtiéndose en el cuarto jugador en conseguirlo desde que el torneo se extendió a 72 hoyos. Ganó el torneo con una solvencia notable y prueba de ello es que su margen de ventaja en 36 y 54 hoyos sigue siendo récord en un Open.

Otro gran campeón en Royal St George’s fue Bobby Locke en 1949. Aquí consiguió la primera de sus cuatro victorias en el Open a lo largo de su carrera, convirtiéndose en el primer sudafricano en hacerse con la Jarra de Clarete. Y lo hizo tras ganar a Harry Bradshaw en un play-off a 36 hoyos en el cual el irlandés no mostró oposición y Locke ganó por doce golpes de ventaja.

Un poco más reciente está la victoria del gran Greg Norman. El australiano ganó en 1993 su segundo Open, estableciendo un nuevo récord al entregar la tarjeta total más baja de la competición. Imagínense cómo tuvo que ser la última ronda de Norman para que Gary Player dijera que ese 64 es “el mejor golf que he visto jugar en el Abierto Británico”. Terminó ganando el certamen con dos golpes de ventaja sobre dos leyendas de este deporte como son Nick Faldo y Corey Pavin.

No obstante, como contrapunto, las últimas dos victorias en este escenario fueron completamente inesperadas. Ben Curtis ocupaba el puesto 396 del mundo y jugaba su primer Major cuando ganó en 2003. Con su victoria por un golpe de diferencia sobre Vijay Singh y Thomas Bjorn se convirtió en el primer debutante en ganar un Major desde Francis Ouimet en el US Open de 1913. Toda una hazaña pocas veces repetida en la historia.

Parecido fue el caso de Darren Clarke, aunque no del todo similar. Clarke llegaba al Open de 2011 con un bagaje de trece victorias en el circuito europeo, ubicado en el puesto 111 del ranking mundial y con una amplia experiencia en Majors. Sin embargo, no entraba en las quinielas de ningún aficionado y muchos afirmaban que a sus 43 años las opciones de victoria eran nulas. A pesar de todo, terminó por dar la sorpresa al vencer con tres golpes de diferencia sobre Dustin Johnson y Phil Mickelson.

Como ven, si hay un sitio dónde todo es posible, ese es Royal St George’s. Aquí han ganado golfistas ilustres de talla mundial y jugadores menos reconocidos pero que consiguieron juntar cuatro rondas de golf de altísimo nivel en el momento idóneo. Es precisamente en este apartado dónde radica parte de la esencia más bonita del golf. En esos invitados inesperados que se atreven a escribir las páginas más preciosas de la historia de este deporte y que nos hacen creer que nada es imposible.

¿Saltará la sorpresa esta semana?