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… Y se lo ha llevado Glover

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Lucas Glover (-4) ha resultado el vencedor de la 109ª edición del Open USA, una de las más largas y problemáticas de la historia de este ‘major’, desde 1895 hasta nuestros días. La lluvia lo complicó todo desde el jueves: retrasos, desalojos precipitados, turnos partidos, juego deslabazado, rutinas destrozadas, golpes al filo del anochecer… Sin embargo, hubo una tregua final: precisamente hoy no ha caído ni una gota y ayer también pudo jugarse con relativa comodidad…

Glover, que disputaba por cuarta vez un Open USA (donde nunca había pasado siquiera el corte…), y que sólo guardaba en su historial una victoria en el PGA Tour, ha basado su triunfo en una segunda y accidentada vuelta de 64 golpes. Accidentada para algunos… Porque este norteamericano de Geenville (Carolina del Sur) pertenecía al famoso turno de juego que obtuvo una clara ventaja meteorológica en el juego.

¿A qué no adivinan quien ha sido el mejor en la clasificación final de aquellos que jugaron en el turno del agua y el viento, sobre todo el jueves (en ese grupo estaban Lara y Jiménez, por ejemplo)? En efecto: Tiger Woods, que ha finalizado a cuatro golpes del ganador. Sólo es un dato. No debe servirle como excusa. El número uno no ha estado a la altura, sobre todo ahí donde nunca perdonaba: en los greenes.

Pudo ser el Open USA de Phil y Amy, pero Mickelson no pudo rematar. Es posible que un putt para par de menos de un metro errado en el hoyo 15 tenga la culpa. Ha sido emocionante, en todo caso, su actuación, impulsado por una afición volcada. Ha sido emotivo el aplauso con el que Hunter Mahan, su compañero de partido, lo despedía en el green del 18.

Pudo ser el Open USA del retorno poderoso de David Duval, que este año por fin está dando serias muestras de recuperación tras un largo ‘tránsito’ por el infierno de las lesiones y el purgatorio de la ‘reorganización’ familiar (divorcio, segundas nupcias…).

Incluso pudo ser el Open USA que trajera una nueva victoria europea 39 años después de que Tony Jacklin se lo llevara a Inglaterra. Pero Ross Fisher pinchaba por partida doble en el 15 y el 17. Incluso tuvo un putt para birdie en el 16 que pudo meterlo en la pelea, pero tampoco entró.

¿Y por qué no? También pudo ser el Open USA de Ricky Barnes. Hubiera sido la enésima reedición del sueño americano. El desconocido jugador se desmoronó como un castillo de naipes en los primeros hoyos. Cierto. Pero también es cierto que se recuperó y aún estuvo con opciones de victoria hasta el final.

No dio nunca la sensación de ser el Open USA que abriera la cuenta de Sergio García, aunque el español haya mostrado de nuevo su fiabilidad, obteniendo finalmente un buen décimo puesto (decimocuarto top-ten en un grande en su carrera).

Glover era hasta hoy un miembro más de esa amplia clase media del golf norteamericano, sin duda el que más fondo de armario tiene del mundo. Un buen pegador (al final tuvo que ser uno quien ganara en un Bethpage húmedo…) que este año ha mejorado sensiblemente en una estadística definitiva: el putter. Precisamente aquel 64 se fraguó en algunos putts brutales, desde todas las distancias.

Ha sido un Open USA extraño, accidentado, gris por momentos, pero sólo cuando se miraba al cielo; porque el final ha sido más que digno, espectacular, con cinco y hasta seis jugadores luchando por la victoria en los últimos nueve hoyos. Como debe ser.

Una cita que ha dejado mil detalles que iremos desgranando…

 

Resultados finales