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El milagro de Watson es diario

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Tom Watson. Recio y sorprendente milagro. ¿Alcanzamos a imaginar la carga de trabajo y entrenamiento que se mete este hombre para seguir competitivo a los 60 años, rondando ya los 61? ¿O es que ustedes piensan que ha pasado un nuevo corte en un ‘major’, este US Open 2010 en Pebble Beach, amarrado sólo a su talento?…

Por no hablar de su desempate en Turnberry hace once meses o ese 18º puesto en el Masters 2010, igualando por ejemplo con Ángel Cabrera o Ernie Els.

La experiencia es un grado. Mucho más en un recorrido como el californiano. Pero hay que pegar unas cuantas bolas a diario para prolongar el milagro. Unos cuantos  cientos a la semana… No es sólo que de vez en cuando aparezca y nos deslumbre en un arranque de genio: el golf de Watson está, sin lugar a ninguna duda, a la altura de un top-100 del mundo.

Resulta milagroso comprobar la competitividad de este hombre sexagenario en las grandes citas. Sin embargo, el milagro verdadero ocurre a diario. ¿De dónde saca la energía física y mental (sobre todo mental) para trabajar cada día? Es evidente que nos hallamos ante un prodigio de la naturaleza, y también  que a su edad las cargas de trabajo no pueden ser brutales. Pero sí necesitan ser continuas. Ese es el milagro:  mantener viva la llama, joven el espíritu, con semejante trayectoria a sus espaldas.

Esta mañana, aquí en Pebble Beach, nos hemos quedado 25 minutos ‘enganchados’ a él en el campo de prácticas, poco antes de que saliera a jugar su tercera ronda. Rítmico, brioso, siguiendo el vuelo de cada bola hasta el último bote, buscando esa información (aprendan algunos profesionales…).

Rory McIlroy (+10), compañero suyo de partido el jueves y el viernes, está fuera de juego. Un comentario oportunista, sin duda. Y oportuno, sin duda alguna también.