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Go Pablo, go

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Pablo Martín: «Ojalá pueda estar aquí dentro de nueve años…»

7,25 am. Unas 50 personas en el tee del 1. La gente reserva sitio para la larga y apasionante jornada que espera. Se oye «go, Pablo» desde el principio. La gente mira el programa, busca el nombre y anima. En algunos, los más jóvenes, hay cierto deje de guasa… Pero al final prevalece el buen rollo y la intención de ayudarle…

Pablo juega suelto, tranquilo. En el hoyo 4, donde se puede intentar llegar de uno (par 4 corto), se percibe un ligero murmullo en la grada para que saque el driver… Lo saca. Celebración.

Gran hoyo 6. Pablo tiene un putt de eagle de unos nueve metros. Hace birdie. Los marshals y voluntarios le hablan, le animan, aplauden sus golpes. Go Pablo, go. Es realmente emocionante.

Va jugando muy bien. Se deja opciones de birdie en el 3, 7 y 8. Enchufa un gran birdie en el 12 pateando cuesta abajo desde el collarín del green. Go Pablo, go…

En el 14 pega un driver desde la calle casi perfecto para coger de dos el green de este par 5. Se juega los bigotes, pero tiene muy mala suerte. Le hace el par al hoyo y se enfada. “En este campo cuando te enfadas estás perdido”, nos dice luego.

Dos horas de juego en el green del 14. Ya hay miles de aficionados en Pebble Beach. Por cierto, la USGA se porta con las banderas, las más asequibles de la semana. Quieren sangre y birdies en los últimos partidos.

El tiempo: nublado, sin agua… Sopla una brisa de un palo… Irá en ligero aumento.

Liada monumental en el búnker de calle del hoyo 16. La tarjeta se destroza en un santiamén. Pablo casi pierde la bola en las barbas del dichoso búnker. Triple bogey.

En el 17 hace un par jaleadísimo. Hay mucha gente. Pablo saluda y cierra el puño. La gente se ríe y le aplaude.

Ingrata despedida del 18. Se marcha al agua de salida. El hoyo, eso sí, acaba con una sacada mágica de búnker que la deja dada. Se cae la grada. “¡¡Pablo, Pablo, Pablo!!”, cantan. Pablo se quita la gorra y realiza un saludo torero como si fuera la montera.

El hoyo 14 ha sido su cruz esta semana. Un putt de par fallado el viernes fue el comienzo del desequilibrio de su juego.

“Me pongo un 7 en los primeros 21 hoyos y un 1 en el resto. La paciencia es sólo una de las cosas que me ha fallado. Ahora voy a tener tiempo de analizar y ver qué ha pasado”, asegura Pablo nada más terminar su última vuelta en el US Open, en la que ha jugado solo, el primero del día. Sobre el campo asegura que “Pebble Beach es una pasada y el US Open es un torneo muy especial… Pero mi semana ha sido muy mala. No puedo verlo de otro modo. Ojalá pueda estar aquí dentro de nueve años”, explica.