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La rosa (Cabrera) y las espinas (Quirós)

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Cabrera Bello: «no quiero pensar en nada»

Álvaro Quirós: «A veces no sabía que hierro dar, cómo pegarle…»

Tenemos a 65 jugadores en apenas 5 golpes a falta de 54 hoyos. Y un paso más: 89 jugadores en seis golpes. No hace falta dar ningún dato más para entender que esta edición 110ª del US Open anda comprimida, tensa (en el mejor de los sentidos), decididamente bella en su igualdad. La jornada de hoy va a ser una fiesta caníbal, una lucha disparatada por salvar el asiento y, seguramente, una tentación permanente para las musas de la sorpresa. Aquí son muchos los que todavía pueden dar el golpe. Son multitud también los que fatalmente pueden pegarse un doloroso trastazo. Que comience el baile sobre el alambre que cruza esta bella bahía californiana…

Uno que tiene un palmo de terreno ganado es Rafa Cabrera Bello. Y lo vamos a dejar prudentemente ahí, en un palmo.

Al final de la tarde ya nos preguntaban al menos en la sala de prensa si se pronunciaba Belo o Bello… Más vale tarde que nunca. El ninguneo por estos lares al grueso del circuito europeo es patente. Y tampoco se entiende demasiado, la verdad. América pura, para lo bueno y para lo malo.

Al canario estos temas le traen al fresco. Él es pura contención. Y educación. Tampoco se siente maltratado, vaya por delante. Lo entiende todo como parte del juego, del business.

Hoy no quiere “pensar en nada” que tenga que ver con el corte o con el top-ten. No quiere ver scores ni leaderboards. Todo su trabajo en las horas previas a su partido (12,30 hora local por el tee del 1) está dirigido en ese sentido. Y no quiere sentarse a verlas venir… Tras ese velo cordial, amistoso y hasta risueño se esconde un enamorado de su profesión, ambicioso y métodico. Pase lo que pase hoy, en todo caso, jamás olvidará Pebble Beach: “si hago 80 eso no va a cambiar nada, el campo es el que es, un campazo”.

La cruz le cayó ayer a Álvaro Quirós. Recién finalizada su vuelta (80 golpes, +9) se fue directo al campo de prácticas… “Y no, tampoco he encontrado ninguna solución”, nos comentaba con esa sonrisa resignada.

“Cuando no pegas bien a la bola y el campo no te regala nada, como es el caso… Entonces va bajando tu confianza y pasa lo que pasa. El caso es que me he dejado cuatro opciones de birdie de menos de tres metros. Nada, ni una. Y luego en los pares 5 he fallado las salidas”. En el par 5 del hoyo 14, por ejemplo, estrellaba la bola contra un árbol con su driver y avanzaba apenas 70 metros… (aún así terminó salvando el par).

¿Y el viernes? Según Álvaro, no hay nada que hacer. “No soy pesimista, sino realista. Me marcharía encantado si hago una vuelta de una o dos sobre par, para que os voy a engañar. Es absurdo que pueda pensar en hacer un vueltón en este campo y cuando estás tan fuera de onda. Es que a veces no sabía qué hierro dar, cómo darla… Me quitaba la bola de encima y ya está. No puedo pensar que en 24 horas todo va a cambiar del negro al blanco”.

Por lo menos, queda un lado bueno: “me voy tratando de pensar que al menos he estado aquí. Tengo que perdonarme un poco más… Quiero ser consciente de que he estado aquí porque he conseguido llegar entre los primero cincuenta del mundo”.