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Que hasta los bogeys puedan arrancarte una sonrisa

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Pablo Martín Benavides es un fan del US Open. Casi podríamos decir que es su ‘major’ favorito, y eso que se trata, sin duda, del Grande que ‘atenta’ directamente contra la salud mental de los profesionales, tal y como suelen prepararse los campos…

Ha jugado lunes, martes y miércoles los 18 hoyos de Pebble Beach. «Para qué me iba ir a descansar, ¿se podía estar mejor en algún lado?», confesaba. Dos de estos recorridos los ha hecho con Rafael Cabrera Bello. Ambos, novatos en el mítico campo de Carmel,  han ido descubriendo juntos algunos de sus secretos. Otros, costaba más desentrañarlos… «Por ejemplo, el green del hoyo 14… Aún no tengo totalmente claro cómo atacarlo según las circunstancias», dice Pablo. Y no nos extraña. ¿Se acuerdan ustedes de la curva número 8 de Laguna Seca (el circuito, por cierto, está a no más de 50 kilómetros de Pebble Beach), la ‘corks crew’, el sacacorchos donde Rossi se ganaba el cielo con su adelantamiento por fuera a Stoner en 2008? Pues algo así es el green del 14. Miren, miren la foto… Una auténtica locura, un quebradero de cabeza como no dejes la bola en el sitio correcto.

Westwood, por ejemplo, según comentaban fuentes bien informadas que nos llegan del vestuario de jugadores, lo ha atacado todos los días de un modo conservador, jugando el tercer tiro (par 5), con un sand en las manos, a que la bola entrase rodando por la derecha del green, estuviese donde estuviese la bandera. A eso se le llama tener un plan. ¿Y saben cómo va a jugar, a priori, el par 5 del 18 el estable y ordenado jugador inglés? Pues saliendo con hierro 2, pegando hierro 3 de segundo y approach a green. A Pablo y a Rafa, estos datos les dan mucho que pensar, porque si tuvieras que jugarte la vida a una buena salida con driver en el inquietante 18 de Pebble Beach, seguramente la pondrías en manos de Lee… Luego, cada uno, tiene que hacerse su propia composición de lugar. Esta es la gracia del golf.

«La verdad es que estoy viviendo esta semana con un nivel de concentración muy superior al de otros torneos. Muy metido. Le doy vueltas a cada hoyo, cómo jugarlo, dónde están los peligros, dónde está el fallo que castiga menos…», confiesa el joven malagueño. El entorno, el torneo y, por supuesto, el recorrido, son inspiradores. La gente, el ambiente, la devoción por el golf que se respira en Estados Unidos, hacen sentirse a estos jóvenes españoles tremendamente orgullosos de estar aquí

Pablo va desempolvando de la memoria algunos recuerdos de Oakmont, aquel ‘monstruíto’ sede el US Open en 2007 donde se estrenó, finalizando en un meritorio 30º puesto. «La clave allí fue no liarla. No irme de ningún hoyo descontento con un bogey. Hasta los bogeys podían ser buenos…». Pues sí, eso es, quizá ese sea el secreto en la mayoría de las ediciones del US Open: que hasta un bogey pueda arrancarte una sonrisa y un suspiro de alivio…

¿Qué objetivos pueden tener Pablo Martín o Rafael Cabrera Bello esta semana? «Tengo curiosidad por ver cómo lo hago, qué resultado puedo conseguir… El corte no es un objetivo en sí mismo. ¿Qué pasa? ¿Si consigues jugar el fin de semana ya te vas a quedar ahí? No, hay que ir hoyo a hoyo, exclusivamente hoyo a hoyo, pero en general con la ambición de hacer un buen resultado, de ver hasta dónde puedes llegar con los mejores». Una más que interesante declaración de intenciones de Martín…

En el momento de escribir esta crónica, Rafael Cabrera Belllo, pasaba al PAR por el hoyo 18 (ha salido por el 10), después incluso de liderar el US Open con -2 en su hoyo 7. Aparentemente, ha pasado la parte más complicada del campo y su resultado parcial es un cañón… Pero a ver quién se fía de este recorrido, incluso en su zona más benigna (de los hoyos 1 al 7, sin contar con el complicadísimo hoyo 2). Nos quedamos con la copla: hoyo a hoyo, hoyo a hoyo, hoyo a hoyo…