Inicio US Open US Open 2014 A este Larrazábal le sabe a poco hasta su particular grand slam

A este Larrazábal le sabe a poco hasta su particular grand slam

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Pablo Larrazábal deja de sonreír de golpe en el tee del hoyo 18. Está jugando bien, pegando a la bola fuerte y sólido, pero ese tiro no le ha gustado un pelo. «Qué swing es ése, así no Pablo…», se lamenta.

Es el único error en los nueve hoyos que ha jugado hoy junto a Miguel Ángel Jiménez, Rod Pampling y Ken Duke. Sólo un fallo, pero es suficiente, se castiga, a este Pablo ya no le vale.

Este ejemplo que puede parecer anodino es una muestra muy gráfica de ese nuevo Larrazábal que se ha ido forjando con el tiempo y que se ha moldeado especialmente desde 2012. En este periodo, el golfista español ha crecido una barbaridad. Un dato que habla por sí sólo: quince top ten desde hace dos años. Sólo uno menos en este mismo periodo, por ejemplo, que Bubba Watson, Número 3 del mundo y ganador del Masters de Augusta.

Larrazábal debuta en el US Open, pero no es un debutante más. No esperen que se refugie en su teórica inexperiencia en el Abierto de los Estados Unidos para buscar excusas o conformarse. Parte como uno más, sin miedo y convencido de sus posibilidades. Por eso, quizás ni siquiera pierde un segundo en analizar que está cumplimentado en Pinehurst su particular grand slam. A saber: ha jugado el British Open, el PGA Championship, el US Open y ha hecho de caddie a su hermano Alex en el Masters de Augusta. O lo que es lo mismo: se ha pateado los cuatro majors, algo de lo que no pueden presumir muchos.

Igual, un Pablo de otra época, se habría mostrado encantado con esta estadística. Tiene su mérito y lo sabe, pero no es suficiente. Su ambición mira mucho más allá. “Cuando jugué mi primer major en Royal Birkdale en 2008 estaba encantado, feliz, me creía un tío importante, pero ya no. Se acabó eso de celebrar jugar majors o pasar cortes. Es el momento de dar un paso más”, asegura Larrazábal.

No lo pierdan de vista esta semana. No es un primerizo más en Pinehurst. Viene con el arsenal cargado, reforzado por la decisión que tomó en su día de borrarse de las previas del US Open y ganarse su plaza en los torneos semana a semana, ingresando por derecho propio entre los sesenta primeros del mundo. El Masters se le escapó por poco, pero el US Open lo ha cogido por los pelos y no está por la labor de soltarlo así como así.