Inicio US Open US Open 2017 A Jon Rahm se le aparece la tormenta perfecta del golf

A Jon Rahm se le aparece la tormenta perfecta del golf

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Jon Rahm, hoy durante la segunda ronda en el US Open. © Golffile | Eoin Clarke
Jon Rahm, hoy durante la segunda ronda en el US Open. © Golffile | Eoin Clarke

Jon Rahm (+5) no ha podido remontar en la segunda jornada y se ha quedado fuera del corte en el US Open tras firmar una insuficiente tarjeta de 73 golpes. El primero que falla en un Grande, siendo el cuarto que disputaba.

Sería casi una frivolidad hablar de fracaso en un torneo donde, a lo tonto a lo tonto, no estarán tampoco el fin de semana Dustin Johnson, Rory McIlroy, Henrik Stenson, Jason Day, Justin Rose o Adam Scott, entre otros. Algo tendrá la semanita cuando la criba de ilustres ha sido tan absolutamente bestial. En el caso de Rahm, digamos que se le ha aparecido la tormenta perfecta del golf, que consiste en lo siguiente:

1. Desde el inicio, su arma principal, el driver, anduvo con la pólvora mojada. “Habré pegado dos drives como yo quería”, señalaba el jugador. Sólo ha cogido el sesenta por ciento de las calles en uno de los US Open menos estresantes desde el tee de la historia, precisamente por la anchura generosa de las calles.

2. Cuando el juego flaquea o las cosas no salen, hay que encomendarse al putter para salvar situaciones delicadas y darte respiros. Pero este palo tampoco le ha sacado de demasiados apuros.

3. Un nivel de auto exigencia y de frustración demasiado elevado y desde muy pronto. Por momentos parecía querer ganar el torneo desde los primeros hoyos del jueves. Cuando la frustración se transforma casi en angustia, mal asunto. Resulta emocionante, ciertamente, el ansia que tiene por ganar torneos y Grandes, y es un soplo de frescura para el deporte español esta ola arrebatadora de ambición deportiva, pero semejante ímpetu necesita ciertas bridas emocionales. Aunque él todavía no lo crea, porque realmente va sobrado de golf y porque tiene una capacidad impresionante de retomar el hilo, la extensa galería de gestos y arrebatos que ha mostrado en estas dos jornadas, no le hace ningún bien a su juego.

4. A su lado iban los dos mejores de cada jornada. Rickie Fowler, avasallador el jueves; e Hideki Matsuyama, terrorífico el viernes. Lo niegue quien lo niegue y se mire por donde se mire, cuando las cosas no funcionan como debieran no ayuda precisamente a rebajar los niveles de ansiedad el hecho de que tus compañeros de partido se coman con patatas el campo.

5. Como suele ocurrir en estos casos, cuando algo puede ir mal, va peor. Es como si el agobio llamara a la mala suerte: ese putt bien tirado en el 10 después de jugar un hoyazo, ese tiro en el 16, par 3, perfecto, en línea a bandera, que incomprensiblemente no coronaba la plataforma y se alejaba siete metros del hoyo; ese putt en el mismo 16 que escupía el hoyo, ese tiro en el 17 buscando trapo que se descolgaba por la escapatoria por un palmo…

A partir de aquí, no queda más remedio que recurrir a un sabio tópico: este tipo de experiencias le van a ayudar una barbaridad a corto, medio y largo plazo. Y afortunadamente, Jon Rahm aprende rápido.

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