Cuarenta y cuatro jugadores han acabado bajo par en el estreno del US Open en Erin Hills. Nunca en la historia de este despiadado major hubo tantos ganando al campo tras los primeros 18 hoyos. Erin Hills supera el registro anterior en poder de Medinah en 1990, con un total de 39 golfistas bajo par.
La gran paradoja de esta estadística es la espectacular escabechina que se ha producido entre una buena parte de la flor y nata del golf mundial. Sólo el líder Rickie Fowler (-7) y Sergio García (-2) han ganado al campo de los jugadores que moran actualmente el top ten mundial. El resto ha perdido la batalla y algunos con resultados tan abultados como los de Jason Day (+7), Rory McIlroy (+6), Jon Rahm (+4) o Dustin Johnson (+3).
¿Y esto cómo se come? Se preguntará usted, estimado lector. Aquí va una teoría con fundamento. La mayoría de los grandes nombres (McIlroy, Day, Stenson o Dustin Johnson) ha salido a jugar sabiendo ya lo que había hecho Rickie Fowler y, sobre todo, con la sensación de que el campo dejaba hacer, de que había una gran oportunidad de hacer una vuelta baja.
Esta ha sido la trampa de Erin Hills. Sí, es cierto que el campo hoy ha permitido mucho birdie, pero no deja de ser un recorrido preparado para un US Open al que no se le puede atacar alegremente. O al menos, si lo haces, puedes pagar peaje. La presión por hacer birdies, unido a la ansiedad de ver que no terminan de caer, ha provocado alguna que otra prisa. Y ya se sabe que las prisas por ‘robarle’ golpes a un campo de US Open son muy malas consejeras.
Cierto que no todo el top ten mundial ha salido a jugar por la tarde, pero incluso los de la mañana (Matsuyama +2, Noren +1 o Rahm +4) han podido ver en directo que se estaban haciendo buenos resultados y también han podido caer en esta pérfida trampa. De ahí que haya que darle mucho mérito a la ronda de Sergio García (-2).
Así las cosas, el US Open comienza con 44 jugadores bajo par y 18 por debajo de 70 golpes. Números escandalosos para un major cuya denominación de origen es precisamente la dificultad, la exigencia y el sufrimiento para bajar del par. La pregunta ahora es saber qué hará la USGA a partir de ya mismo.
Prácticamente nadie duda de que habrá un importante giro de tuerca para apretar los resultados, para evitar que se disparen los números rojos y que el major más duro de todos acabe como una verbena de birdies. Estamos expectantes. Por lo pronto, el parte meteorológico del viernes no ayuda. Se espera lluvia, por lo que los greenes seguirán receptivos. La gran carta que siempre guarda bajo la manga la USGA para dificultar los campos, greenes como el mármol, parece que será inviable aplicarla en la segunda ronda. Seguramente, veremos las banderas algo más escondidas, pero tampoco hay tanto margen de maniobra.
La primera ronda del US Open de Erin Hills ha pasado ya a la historia por los bajos resultados. Aquí tienen una batería de datos que apoyan este registro:
– Adam Hadwin (-4) ha igualado el récord de birdies consecutivos en un US Open (6).
– Rickie Fowler (-7) ha igualado la mejor primera vuelta de la historia del US Open en relación al par.
– Xander Schauffele (-6) es el primer jugador en los últimos 35 años que arranca su primer major con una vuelta de 66 golpes sin bogeys.
Así las cosas, Fowler (-7) manda en el US Open con un golpe de ventaja sobre Paul Casey y Xander Shauffele y dos sobre Brian Harman, Tommy Fleetwood y Brooks Koepka. Completan la lista de jugadores que ha bajado de 70 golpes, Patrick Reed, Kevin Na, Marc Leishman y Adam Hadwin (68) y Jamie Lovemark, J.B. Holmes, Lee Westwood, Andrew Johnston, Scottie Scheffler, Bernd Wiesberger y Si Woo Kim (69).
En cuanto al corte, sesenta y empatados, se ha colocado provisionalmente en el PAR, aunque el +1 se ha quedado a las puertas en el puesto 61º.
