En apenas día y medio se pone en marcha el tercer major del año en un campo icónico como pocos en el mundo del golf. En efecto, hablamos de Torrey Pines (South Course), el emblemático campo de San Diego, California que será sede del US Open por segunda vez. Por desgracia, en esta ocasión no podremos disfrutar de uno de los jugadores más influyentes de este deporte: Tiger Woods.
Como bien saben, el golfista de Jupiter, Florida sigue recuperándose de las graves lesiones en su pierna derecha causadas por el accidente de tráfico que sufrió el pasado 23 de febrero. Si bien Tiger no va a competir esta semana, su figura se hará notar más que de costumbre ya que conjugar US Open y Torrey Pines en la misma frase nos traslada automáticamente a la histórica batalla protagonizada en 2008 junto a Rocco Mediate.
El triunfo de Tiger en 2008 supuso su victoria número 14 en grandes campeonatos en un lapso de 46 disputados desde el Masters de 1997. O lo que viene siendo lo mismo: con esa victoria, Woods consiguió acumular un 30% de victorias en grandes campeonatos. Una absoluta barbaridad únicamente a su alcance.
Y es que Tiger llegaba mermado físicamente, pero a la vez en un momento de forma envidiable. En sus 11 torneos anteriores al US Open 2008, Woods consiguió ocho victorias y nunca terminó fuera de los cinco primeros. Su maltrecha rodilla no le impidió alzarse con el trofeo, pero sí se hizo notar en su rendimiento a lo largo de la semana.
No fue el torneo más brillante de Woods y sus estadísticas esa semana así lo reflejan, bastante alejadas de lo que venia registrando a lo largo del año. Si bien fue segundo en cuanto a distancia con el driver, fue quincuagésimo sexto en calles cogidas con apenas un 53,6% de éxito. Tales cifras le convirtieron en el campeón de US Open con el tercer peor porcentaje de calles cogidas en los últimos 35 años. En cuanto a greenes en regulación fue decimocuarto empatado y undécimo en número de putts por ronda. Números terrenales para un golfista de otro planeta.
La magnifica actuación de Rocco Mediate, número 158 del ranking mundial en aquel entonces, no fue suficiente para evitar que Tiger se hiciera con el trofeo en el decimonoveno hoyo de desempate. Una victoria histórica por cómo se dio y en las circunstancias en las que Woods salió a competir esa semana en Torrey Pines con una rodilla prácticamente inservible.
La magnitud de lo conseguido se agrandó cuando, dos días después de ganar, Tiger desveló que se perdería el resto de la temporada para someterse a otra cirugía en su articulación, por una rotura del ligamento cruzado, y una doble fractura de tibia por estrés.
Esta segunda edición del US Open en Torrey Pines tiene el listón muy alto en su aspiración de igualar la épica y la emoción que los espectadores vivieron en 2008. Como bien saben, esto es golf y todo puede pasar pero el reto se antoja, cuanto menos, complicado.
