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US Open Championship 2022 | Crónica de la tercera jornada

A ver quién baja del caballo a Jon Rahm 

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Jon Rahm
Jon Rahm. (© Golffile | Mateo Villalba)

El US Open ha dado varios giros a la tuerca de la dificultad y la frustración en la tercera jornada, circunstancia que nos ha dejado a todos situados en una maravillosa lanzadera, rumbo a una épica ronda final. En este caso, dejémoslo claro, la USGA no ha tenido que hacer o deshacer demasiado, auxiliada por unas condiciones meteorológicas absolutamente puñeteras: sábado desapacible en Brookline, cada vez más frío según pasaban las horas, viento cambiante y por momentos muy intenso, indomable, con ráfagas perversas que azotaban los costados de un buen puñado de hoyos y que también martirizaban a los jugadores en los greenes.

Matthew Fitzpatrick (-4) y Will Zalatoris (-4) han venido desde atrás para entregar tarjetas de 68 y 67 golpes y encaramarse a lo más alto de la clasificación, donde poco más o menos ya se encontraban hace un mes, en el PGA, después de 54 hoyos. Y las casualidades, en los Grandes y con tres jornadas consumidas, no se dan. No queda otra que concederles toda la credibilidad, aunque su nombre resuene o imponga menos que otros. Fitzpatrick, en las condiciones descritas, ha desplegado un juego de hierros sensacional. Zalatoris no se ha quedado corto al respecto, aunque ha brillado sobre todo en los greenes, precisamente donde Matt suele hacerlo, enchufando varios puritos (o purazos) que marcan la diferencia.

Justo por detrás de estos dos enjutos y extraordinarios jugadores, encontramos a Jon Rahm (-3), el campeón defensor del título, cuya sombra se había agigantado hasta límites insospechados justo antes de finalizar con un doble bogey en el 18. Duele una barbaridad poner semejante broche una ronda de golf tan luchada, tan sufrida, tan bien gestionada, pero con todo y con eso hay que señalar que en la tarjeta del español ‘cabía’ el tropiezo. Se subía al tee del 18 líder en solitario y mañana saldrá a un solo golpe de los líderes. Escuece, pero no mata.  

Cualquier cosa puede sucederte en un escenario tan áspero, y hay que tener la cabeza preparada para cualquier calamidad o suceso más o menos desagradable que pueda cruzarse en tu camino, si es que de verdad aspiras a mantenerte a flote, pero ha sido una verdadera contrariedad el tiempo que ha tenido que esperar Rahm, junto a su compañero de fatigas, Hayden Buckley, en el tee del 18. Más que nada, porque el driver y las maderas de Jon echaban fuego en aquel preciso momento, después de haber reventado la bola, llevándola además al lugar preciso, en los hoyos 14, 15 y 17, y la larga espera enfriaba el ‘momentum’ (algo parecido le había pasado en el tee del 13, de donde salía con bogey), tras pegar excelentes salidas en los hoyos 10 y, sobre todo, en el 12. 

Accidentes y trabas al margen, Rahm ha demostrado que tiene todo el arsenal a punto para defender con éxito el título. Está fuerte. Está sólido. Y en el campo traslada en todo momento una actitud de pura concentración y determinación. A este Rahm no se le descabalga de Babieca así como así, no se le desarma con una o veinte rachas de viento. No se le echa la cabeza abajo ni con uno, dos, tres o cuatro bogeys. Este Rahm ha resuelto algunas situaciones muy comprometidas, como en el hoyo 3, donde enchufaba un putt de casi cinco metros para salvar el par, es cierto, pero también ha sido capaz de pegar disparos formidables y de dejarse por el camino muy buenas oportunidades de birdie en una jornada tan bonita como complicada de sobrellevar. 

Jon se ha ganado definitivamente al pueblo estadounidense. Lo quieren de verdad, casi tanto como a la mayoría de los grandes nombres de las barras y estrellas. Resulta toda una experiencia acompañar al de Barrika en una cita de este calado, en todo un US Open, durante los 18 hoyos, con la emoción y la pasión a flor de piel al otro lado de las cuerdas. Puede que Jon no sea exactamente uno de los suyos, como queda demostrado cada dos años en la Ryder, pero pocos se lo hacen pasar tan bien. No hay que irse muy lejos: el tramo que ha jugado el vasco entre los hoyos 14 y 17, antes del tropiezo final, desbordaba la adrenalina en el The Country Club. El birdie de manual en el 14, tras jugar este interminable par 5 con un poderío inconmensurable; el birdie del 15, enchufando al fin un purazo; el del 17, después de pegar una madera 3 supersónica desde el tee y llevar la bola a las inmediaciones del green… 

Jon Rahm está de vuelta en la hora de la verdad de los Grandes. Como en Torrey Pines hace un año. Como en Royal St. Georges. Este domingo aguarda una pelea brava en la que al Número Uno del mundo, Scottie Scheffler (-2), hay que concederle a priori un papel protagonista (vaya vuelta de sábado la suya: metía la directa con un eagle en el 8, para a continuación descender a los infiernos con una serie tenebrosa entre los hoyos 11 y 15, y rehabilitarse con un birdie en el 17). Una pelea en la que da la sensación de que cualquiera de los nueve jugadores que están por debajo del par todavía tienen mucho que decir. Uno a uno irán cayendo los candidatos, es la ley del golf, como le ocurría a un Morikawa (+2) doblegado por los elementos, pero algo nos dice que a este Jon habrá que derribarlo hasta tres o cuatro veces para apartarlo del esprint final. 

Resultados en directo del US Open Championship 2022