Hay quienes piensan, acerca del US Open y su amplia y bien documentada tradición ‘carnicera’, que sí, que una masacre al año, no hace daño. El drama elevado al cubo en condiciones extremas de juego, tantas veces exageradas de modo artificial hasta el ridículo. La pulsión retorcida de ver sufrir a los mejores por ganarse el jornal y la gloria. Los arriba firmantes, sin ir más lejos, nos hemos posicionado muchas veces en ese lado canalla, qué le vamos a hacer.
Lo que no es óbice para reconocerle a esta 122ª edición del Abierto de los Estados Unidos unas líneas maestras igual de fascinantes, en una fabulosa catedral del golf, como es el The Country Club (por difícil que sea seguir en según que tramos el juego por fuera de las cuerdas).
Habrá quien considere todavía, a la vista del juego en estas dos primeras jornadas, que no es necesario alimentar tanto el rough, y quienes añoran los eagles en aluvión en los pares 5 y los birdies por castigo; pero en este lado del entretenido debate, el lado de los ‘empáticos’ y los ‘justos’, seguro que también el US Open se ha ganado esta semana cierto respeto y consideración. Porque este US Open es un señor torneo, una dura prueba para los mejores del mundo, pero sin burla y saña, digámoslo así. De todos modos, ya veremos cómo evolucionan las condiciones y el escenario (los greenes, vaya) durante el fin de semana, porque con la USGA por medio es muy probable que todavía queden una o dos vueltas de tuerca por dar…
Un TORNEO, con mayúsculas, que honra la gesta transformadora de Francis Ouimet y su caddie-niño, Eddie Lowery, y que da sentido a tantísimos años de espera, puesto que el estandarte principal de la USGA, el US Open, no aterrizaba en esta esquina de Massachusetts, una de las cunas del golf en Estados Unidos, desde hacía 34 años.
Un torneo que, después de 36 hoyos, tiene a Collin Morikawa (-5) en lo más alto, al comando de las operaciones, junto a Joel Dahmen (-5), con los Números 2 y 3 del mundo al acecho, Jon Rahm (-4) y Rory McIlroy (-4), y con el Número Uno, Scottie Scheffler (-3) sólo un paso más allá. Una cita que mantiene a quince jugadores del top 20 mundial con opciones, unos más que otros, claro. Una competición en la que el campeón defensor los está poniendo a todos firmes y en fila de a uno…
Un torneo exigente, recio, no apto para tibios ni oportunistas, en un recorrido pasmosamente bello, tanto en su sencillez como en su solemnidad y majestuosidad, que de todas estas cualidades va bien servido; que indiscutiblemente premia el buen juego y que está al alcance de cualquier perfil de jugador, porque son múltiples las maneras que tiene de jugarse, todas válidas mientras al final entre la bolita, ya se sabe.
Todos tan contentos, a ambos lados del debate. Y si luego a la USGA le pica la nariz y le da por retomar las viejas costumbres, y nos pone unos greenes de hielo, hormigón y cristal, habrá quienes no le hagamos ascos a la ocurrencia.
Posdata: Finalmente el +4 no entró en el corte, por lo que se quedaron fueron Sergio García, Shane Lowry, James Piot, Sungjae Im, Billy Horschel, Cameron Young o Webb Simpson, entre otros.
