Hoyo 15 de la última jornada del US Open en The Country Club. Matthew Fitzpatrick, raro en él, pega una escapada desde el tee hacia la derecha. Es tan pronunciada que acaba en la zona donde se ubica el público, con la hierba bien pisada y asentada. La bola se le queda perfecta. Acto seguido, Will Zalatoris pega su salida y también la falla por la derecha, pero mucho menos, unos diez metros menos. Su pelota se queda enterrada en el rough. No tiene tiro a green. Han llegado a ese momento líderes empatados, pero de ese hoyo saldrá el inglés con un golpe de ventaja.
Hoyo 18. Fitzpatrick pega un pequeño cerrojazo desde el tee después de tomar una decisión discutible. Guarda el driver en la bolsa y saca una maderita. Quiere asegurar porque tiene un golpe de ventaja, pero estas cosas no siempre salen bien. La bola se cierra mucho y acaba en un búnker de calle. Está en una posición difícil, pero tiene tiro a green. Esa misma bola dos palmos más a la derecha habría estado injugable. Habría tenido que sacarla a la calle. Firma el par y gana el US Open.
Son dos ejemplos de la bendita intervención del azar en el deporte. Si existe la suerte del campeón, hoy viajaba en la bolsa de Fitzpatrick. Era para él. No hay que avergonzarse de ella, hay que aprovecharla y agarrarla por el cuello, como hizo el campeón inglés. Porque después de eso pegó un gran tiro en el 15 y metió el putt del campeonato, un excelente purito de cinco metros. Muy de Fitzpatrick. Y en el 18 conectó el golpe de su vida, un tirazo desde el búnker, a poco más de 140 metros que acabó con una opción de birdie de otros cinco. Enorme. De campeón.
Fitzpatrick (-6) ha ganado el US Open con un golpe de ventaja sobre Will Zalatoris y Scottie Scheffler y tres sobre Hideki Matsuyama. Zalatoris se vuelve a quedar a la puertas en un Grande. Ha jugado nueve y en un tercio ha terminado segundo. Impresionante. Scheffler se puso la chapa de Número Uno del mundo y lo peleó hasta el final. De nuevo el hoyo 11 se cruzó en su camino cuando cabalgaba hacia la victoria. Un amargo tripateo le hizo trastabillar. Era su segundo bogey consecutivo, pero volvió. Los grandes vuelven y la talla de Scheffler es gigantesca.
Fitzpatrick ganó a su estilo. Falló muy pocos golpes (cogió 17 greenes) en una jornada que no fue tan dura como la del sábado. Había más birdies en el campo. Los greenes estaban más receptivos. No fue una jornada fácil de golf, pero tampoco angustiosa. Dieciséis jugadores acabaron bajo par y Matsuyama firmó la vuelta más baja del torneo (65 golpes). Fitzpatrick ganó metiendo putts de larga distancia de los que dejan sin aliento, como el citado del 15 o el del 13, brutal, desde 15 metros. Ahí volvió a cazar un liderato que ya no soltaría. Ese putt le hizo olvidar los dos cortitos seguidos que falló en el 10 y 11. Ahí no pareció Fitzpatrick.
Fue una gran jornada de golf que pronto se decantó por un duelo a tres bandas: Fitzpatrick, Zalatoris y Scheffler. McIlroy amagó con meterse en la batalla, pero no le alcanzó, como en el PGA Championship, muchos aciertos, pero demasiados errores. Rahm no se encontró en ningún momento y Keegan Bradley se dejó demasiado con tres bogeys en los tres primeros hoyos. El duelo a tres se lo llevó el jugador que menos golpes falló. Hay que valorar el esfuerzo de Scheffler, que venía desde atrás. Su problema es que se dejó demasiado trabajo para el domingo y su vuelta de 67 golpes no fue suficiente. También porque Fitzpatrick aguantó bien con su ronda de 68.
La historia recordará a Fitzpatrick como el jugador que ganó en el mismo campo, The Country Club, el US Amateur de 2013 y el US Open de 2022. Un logro de este calibre sólo lo tenía hasta ahora Jack Nicklaus, que lo logró en Pebble Beach. Además, se convierte en el primer jugador no nacido en Estados Unidos que conquista los dos torneos más americanos.
Del mismo modo, la victoria de Fitzpatrick eleva la moral del golf inglés. A nadie se le escapa que son la mayor potencia del golf mundial después de Estados Unidos, ahí están sus victorias a los dos lados del Atlántico, su ingente cantidad de jugadores en el top 100 mundial, pero su rendimiento en los Grandes en la era moderna del golf ha dejado mucho que desear. De hecho, hasta Fitzpatrick, sólo Nick Faldo, Justin Rose y Danny Willett habían conseguido sumar ‘Majors’ para el país de la rosa. Este lunes se levantarán un poco más orgullosos.
Con este triunfo en el US Open, Fitzpatrick da el definitivo golpe sobre la mesa que le faltaba. Ahora sí, al fin, con esa cara de niño que gasta a sus 27 años, se sienta en la mesa de los ‘mayores’. Han sido muchos años de amagar y no dar. Le faltaba el KO definitivo y lo ha hecho en el The Country Club. A su manera, a su estilo. Eso siempre.
