Nervios de acero, grandes dosis de resistencia física, juego engrasado y poderío mental…
Estos han sido los argumentos esgrimidos por Adriana Zwanck en su semifinal ante Caroline Hedwall para dejarla en la cuneta y plantarse en la gran final de la Copa de Su Majestad la Reina, que disputará mañana ante la alemana Masson en La Reserva, Sotogrande.
La jugadora madrileña ha hecho gala de un temple extraordinario. No le ha temblado el pulso, ni cuando la jugadora sueca se ha puesto dos arriba al paso por el hoyo 5. Adriana ha seguido tranquila, fie a su estilo y consciente de que aún quedaba mucho por delante. Ganó de forma consecutiva el hoyo 8 y el 9 para llegar al ecuador empatadas. Se trató, sin duda, de un golpe psicológico, ya que volvió a ganar el hoyo 10 (hoyo talismán que también le sirvió para coger impulso en los cuarto de final ante Carlota Ciganda) y ya no perdió la cabeza. Volvió a ganar de una tacada el 12 y el 13, perdió el 15, pero se rehizo de inmediato: ganó el 16 y sentenció el partido por tres hoyos arriba y dos por jugar.
Adriana está haciendo un gran torneo en su vuelta a la competición. Hay que recordar que la jugadora madrileña ha decidido volverse este año de Estados Unidos (pertenecía a la Universidad de Arizona) y proseguir con su carrera en España, cerca de su familia. Los primeros torneos del año no los pudo jugar, por culpa de una lesión, pero en esta Copa de la Reina ha demostrado que su juego está en perfectas condiciones.
Su rival mañana, la alemana Caroline Masson será un hueso muy duro de roer, ya que en semifinales se ha desecho de la francesa Audrey Goumard por seis hoyos y cinco por jugar.
