Ángel Cabrera habló de sus inicios como caddie e hizo balance de la temporada con motivo del nacimiento de su Fundación. Concedió una rica entrevista a La Nación que aquí reproducimos…
Angel Cabrera está convencido: éste es el momento apropiado para retribuirle a la vida lo que el golf le dio. El Pato atrapó la gloria con la conquista del US Open en 2007, pero mucho antes vio la otra cara de la moneda: supo de varias carencias y limitaciones. Y para rememorar aquellos tiempos difíciles sólo tiene que retroceder a su infancia en Mendiolaza y en Villa Allende, sus terruños cordobeses en los que se crió y donde sigue viviendo.
Más allá de cualquier resultado deportivo, el orgullo del Pato por estos días es la Fundación Angel Cabrera Pro Caddies y Necesitados. Por un lado, la entidad sin fines de lucro brinda apoyo a amateurs y profesionales del golf sin recursos económicos, para que tengan la oportunidad de desarrollarse en este deporte. Por otro, fomenta la educación y ofrece asistencia sanitaria para mejorar la calidad de vida de los caddies de nuestro país y de sus familiares. La tercera arista es la colaboración, mediante aportes económicos, con distintas entidades de bien público.
Para sumar fondos a la fundación, el martes se realizó en el Olivos Golf Club el Pro-Am de las Estrellas, que contará con Cabrera, Andrés Romero, Daniel Vancsik, Ricardo González y Ariel Cañete, entre otros, que jugarán con empresarios en la modalidad Best Ball.
"Esta idea de la fundación surgió el año pasado en Montreal, cuando participé en la Copa Presidentes -cuenta Cabrera-. En este torneo, cada miembro de ambos equipos recibe de parte del PGA Tour un monto de 125.000 dólares que debe ser destinado a cualquier entidad de bien público que el golfista elija. En verdad, en el certamen se juega por el honor, no hay dinero en premios. Entonces, allí se puso en marcha esta iniciativa".
-¿Y cómo te sentís?
-Con la satisfacción de hacer lo que siempre quise: ayudar. En realidad, siento que el golf me dio mucho más de lo que yo podría devolverle, pero pienso insistir en este camino.
-¿Está bien que un club le ceda la cancha sólo una vez por semana a un caddie que ya demuestra buenas condiciones a los 12 o 13 años?
-No conozco a fondo la política de otros clubes, pero obviamente sé que los caddies necesitan apoyo y ayuda. Estoy al tanto de lo que les hace falta. Particularmente en Villa Allende, los caddies juegan de lunes a viernes y se sienten protegidos y queridos.
-¿Con qué imagen te quedás de tu época de caddie?
-Tengo muy buenos recuerdos de todo. Allí había dos o tres que jugaban mejor que yo, pero tuve la suerte y las ganas de salir adelante. Creo que por eso estoy acá en este momento.
-¿Y cuándo creíste que tenías futuro en este deporte?
-El golf es muy complicado como para decir «sí, ya la tengo» . Empecé a los 14 años, como aspirante en el Córdoba Golf Club; a los 17, jugué mi primer Abierto de la República, en Villa Allende, y siempre me decía: « Voy a seguir jugando hasta que vea que esto no da para más y me dedicaré a trabajar ». De chico jamás pensé que ganaría el US Open o que sería top ten en el mundo, simplemente quería jugar y ver qué pasaba.
-¿Cómo se manejaba en tu época la contención para los caddies en Villa Allende?
– Allí siempre se les brindó apoyo a los dos mejores: se les pagaba para jugar un torneo, una escuela clasificatoria o una preclasificación por disputarse en el Norte o en Rosario.
-Respecto de tu actualidad, ¿cómo analizás la temporada?
-Fue un año duro, me costó superar lo del triunfo en el US Open en 2007.
-¿Te relajaste un poco?
-No, al contrario: me sentí con muchas más obligaciones. La presión del público y de la prensa también llevó a que mi juego decayera, pero en los últimos tiempos siento que estoy de vuelta en el buen camino, pegando mejor.
-¿Y si tuvieras que hacer un balance ahora?
-Lógicamente no es muy bueno, porque retrocedí 20 puestos en el ranking mundial, pero igual esto sigue hasta fin de año: todavía tengo que jugar en Japón, Singapur, Europa y Sudáfrica.
