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Así se hizo historia en 2008 (XII)

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Open de Francia ALSTOM (26-29 de junio)

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"No creo que el muchacho que va líder haya liderado antes un torneo de esta calidad. Yo mismo, Westwood y Hansen estamos justo detrás y somos ganadores del circuito europeo…"…

Estas palabras fueron pronunciadas el 28 de junio por Colin Montgomerie, que sabe ser el más altanero de los golfistas cuando le apetece, después de finalizar la ronda de sábado, sin dar crédito todavía a lo que estaba haciendo un chavalito español durante la semana, y sin tener el grado de educación suficiente para al menos llamarlo por su nombre en la rueda de prensa.

En efecto, Pablo Larrazábal, cuya categoría de su tarjeta no le llegaba para entrar en el Open de Francia, un torneo de Categoría Especial según el baremo TENGOLF, hizo las maletas con toda la fe y la ilusión del mundo para viajar a tierras francesas y entrar en las fases preliminares de la cita. Allí se ganó el derecho a jugar el abierto galo con un golf muy poderoso… Y no 'gastó' todo su poderío en las calificatorias.

Pablo lideró el Open de Francia ya en la primera jornada entregando un 65 y no cedió el primer puesto en ningún momento. A lo grande, arrasando, sin titubear, con un juego de tee a green muy sólido y haciendo magia en los greenes (21 putts el jueves…). Fue su primera victoria en el circuito europeo, una bestial campanada tal y como se produjo y, sin duda, el anuncio de su llegada a la élite con ese golf agresivo y alegre.

El bueno de Monty, dicho lo que había dicho, comenzo bien pronto a tragarse sus palabras: jugando en el penúltimo partido junto a Westwood, por delante de Pablo y Soren Hansen, iniciaba la ronda final del domingo con un bogey en el hoyo 2, mientras Pablo se apuntaba birdies en los hoyos 2 y 3. En ese momento la diferencia era ya seis golpes entre español y escocés. El joven barcelonés sólo flaqueó en el hoyo 9, donde un doble bogey hizo temer por su estabilidad mental. Pero la respuesta fue rotunda y ya casi definitiva: birdies al hoyo 10 y al 11 y magnífico paseo triunfal hasta el hoyo 18, donde sus compañeros españoles le esperaban para tirarlo al lago, como si aquello fuera incluso la bendita metáfora de un bautizo sonado.