The Open Championship (17 – 20 julio)
Esta fue la bella historia de dos depredadores. De uno sabemos que es un tiburón blanco, del otro, lo único que sabemos es que viene de Irlanda. Aún no tiene nombre. Por ahora, vayan conociéndolo como Paddy…
Fue un British, British. Celebrado en un fantástico link, Royal Birkdale, y con el viento como principal protagonista. Resultó una aventura contra los elementos. Sergio García llegó a comentar que "el hierro 5 hacía 130 yardas cuando normalmente llega a 200".
Fue una batalla de supervivencia y los héroes fueron Padraig Harrington y Greg Norman. El irlandés ganó su segundo British consecutivo, su segundo 'major' y lo hizo de manera majestuosa, en los últimos nueve hoyos, firmando un -4 en ese tramo, con dos birdies y un estratosférico eagle en el hoyo 17. Esa madera de calle que reposó a un metro de la bandera fue, posiblemente, el mejor golpe del año. Y lo más importante de todo: firmó ese brillante final tras enlazar tres bogeys consecutivos antes del hoyo 9, cuando parecía que su castillo de naipes se venía abajo.
Nadie pudo seguir su ritmo. Ian Poulter lo intentó. El inglés se ganó con su final en el Royal Birkdale una plaza en la Ryder Cup, pero no le llegó para ganar. Dejó un +7 en la casa club, que después sería destrozado por el +3 de Harrington.
Pero el otro héroe fue australiano. Greg Norman, con 53 años, lideró en varias ocasiones a lo largo de los cuatro días el British. Y se puso para ganar. Vaya si se puso. Al paso por el hoyo 9 del último día era líder. Chris Evert lo empujaba desde detrás de las cuerdas. Ella y todo el público sediento de una historia tan genial. Norman aguantó, pero no pudo seguir la estela de Harrington. Finalizó con +9 en una fantástica tercera posición.
Nadie consiguió acabar bajo par en Royal Birkdale, ni se acercaron. Tras el corte, sólo seis vueltas fueron bajo par.
Sergio García tuvo opciones un domingo más. Llegó al hoyo 9 con la puerta abierta, se lanzó a tumba abierta a por la jarra de clarete, pero no pudo ser. El campo no estaba para asumir grandes riesgos, pero al español no le quedaba otra. Otra gran hazaña fue la de Pablo Larrazábal. En su primera aparición por el Open pasó el corte y se fajó con raza.
