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El ‘pato’ lo volvió a hacer

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Ángel Cabrera está tocado por una varita mágia esta temporada. El 'pato' consigiuó un eagle en el último hoyo del torneo de Maestros y forzó a un desempate con Ricardo González, quien parecía tener el título asegurado y sin embargo se equivocó en el final.

Angel Cabrera hizo el milagro, cuando ya el título descansaba en el bolsillo de Ricardo González. Estaba dos golpes abajo y restaban dos hoyos por jugar. Y logró lo que parecía imposible: forzar un desempate, en esta nueva edición del Torneo de Maestros de golf.

Claro que quizás no sea apropiado hablar de milagro, ya que no hay que irse muy lejos en el tiempo para encontrar un historia muy parecida. Y es que el golfista de Córdoba ganó el pasado Grand Slam, batiendo en el playoff a Padraig Harrington después de haber forzado el desempate con otro eagle en el 18. Increíble.

Ni el más hincha de Cabrera imaginó, en el tee del hoyo 17, que la mano se podía dar vuelta. Pero en el golf, repite sabiamente el maestro De Vicenzo, nada está dicho hasta que entra la última pelota. Y vaya si toma fuerza esa frase a partir de lo que pasó ayer  en el Olivos Golf Club, donde casi cinco mil personas se quedaron con la boca abierta, disfrutando y a la vez sufriendo por la alegría de uno y el desconsuelo del otro.

Pero vale detenerse en el tramo decisivo del recorrido. González venía jugando muy bien el campo y no podía escapársele. Salió a jugar la vuelta con una ventaja de dos golpes. La dejó a tres metros en el difícil par 3 del 10 y la bola quedó pegada al hoyo. No bajó el 11 y también lo tuvo en el 12, esta vez desde muy cerca. El Pato, en cambio, no se venía dejando chances firmes. Intentaba, es verdad, pero desde lejos. Y Ricardo dio la primera señal en el 13, donde dejó el tiró de salida otra vez en una posición franca, a no más de tres metros, y la metió por el medio. "Final de la historia", pronosticaban los caminantes en medio del calor. Pero… Fue al duro par 4 del 14 y, pese a que hizo un buen tiro al green, la pelota le patinó (había pegado desde el pasto alto) y terminó injustamente en la escarpada. Estaba a seis metros del hoyo, pero hizo una "papa" y el bogey fue inevitable. Otra vez dos golpes de ventaja sobre el cordobés, quien a esa altura no le encontraba la vuelta para prenderse, pese a que casi descuenta en el 15, cuando se quedó corto en el bunker y su sacada fue casi perfecta: pegó en la bandera y quedó a centímetros.

Los dos se fueron con par del 16 y parecía asunto cerrado. Error, sin embargo. En el 17, salió primero Cabrera y la puso en el medio del green, a 10 metros del hoyo, barranca arriba. Bien, aunque no como para intimidar a González, quien le dio pesada y quedó en una posición incómoda, antes del bunker de la izquierda. Arrimó a dos metros y no la metió. El cordobés hizo dos putts y ahí se puso a tiro.

Justo tenía por delante el 5 del 18. Eagle había anotado a la mañana y, por supuesto, eagle necesitaba para soñar con el título. Salió primero y colocó su pelota a 200 yardas de la bandera. Impresionante. Fue Ricardo González y la perdió por la derecha, aunque quedó en posición de tirarla al green. La dejó justamente en la entrada, a 25 metros del hoyo. Hasta que vino la ovación del día. Mejor dicho, la ovación de la semana. Cabrera, agresivo como siempre, agarró un hierro 6 y le pegó perfecto. "Me encanta", gritó mientras seguía la pelota con su mirada. Y la dejó a un metro. Sí, eagle y locura general. Ricardo hizo lo suyo: se quedó corto con el primer putt y después metió por el medio. Al desempate, entonces.

Todo se resolvía en un hoyo a "muerte súbita". Cualquier cosa podía pasar. Cabrera, en su 'querido' hoyo 18, anotó par. Y González se apuró: quiso terminar y falló un corto putt. Telón, entonces, para un campeonato que tuvo de todo. Y sobre todo a un campeón corajudo, como lo es el Pato Cabrera.

 

* Con información del diario Clarín